Luego de la muerte del Vikingo Ragnar Lothbrok, sus hijos buscarán aliados para la venganza contra los sajones cristianos, causantes de la muerte de éste.
Viajarán hasta el Reino de Viken, en busca del reconocido guerrero Viggo y su ejército. Lo qu...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Narra Lena.
—¿Me desafias? — pregunté incrédula.
— Si, te desafío. Si tú ganas, tendrás mi hacha. — dijo con una blanca sonrisa en su rostro, haciendo malabares con ella. De verdad que éste chico es hermoso.— Pero si yo gano... quiero un beso.
— ¿Un beso?
— Si Lena, un beso. ¿No escuchas bien o qué? — por su tono de voz, pude entender que se estaba enojando, su sonrisa se borró.
— Te escucho, Ivar. — eres precioso pero te demostraré que ni un hijo de Ragnar me intimida. — Pero... No lo sé. ¿Estas seguro?
No dudo de mi capacidad para pelear, soy muy segura de ello, pero... Es obvio que Ivar no camina y pelear contra él, sería ganar una ventaja.
Su serio rostro cambia rotundamente de nuevo, dejándome ver su hermosa sonrisa otra vez. — Claro que estoy seguro. Tan seguro como sé que terminarás besándome.
Siento dentro de mi el dolor que él debe sentir al verse inferior a los demás, mucho peor si se compara con sus hermanos. Pero un desafío es un desafío. Y aunque no sé ni como es su forma de luchar, le daré una oportunidad igual que lo hice con Ubbe.
Él parece estar muy seguro y tranquilo.
— Acepto. — contesté sonriendo.
Ivar se encontraba sentado en un tronco alto, sólo quedaba un poco más abajo que yo. Me acerqué intimidante y al cabo de unos cuatro golpes de su hacha y mi espada, mi propio entrenamiento me llevó a patear sus piernas, olvidando que él no depende de ellas. En ese momento de distracción, Ivar me toma por mis hombros haciendo chocar mi espalda con su pecho y colocó su hacha en mi cuello.
— Te gané, Lena hija de Viggo. — susurro en mi oído.
Increíble.
Me ganaron.
Por primera vez desde que comencé a entrenar alguien me ganó. Y no cualquier persona, sino Ivar el Deshuesado.
Tenía mis ojos abiertos a más no poder. No podía aceptar que alguien me ganara tan fácil. Lo aparté fuertemente y lo miré encolerizada, pero al parecer Ivar disfrutaba muchísimo esto.
— Creo que eso fue muy fácil...— presumió sonriente.
— Cierra la boca.
— Me gusta tu sonrisa, pero creo que tu cara de enfado es más bonita.
—¿Qué parte de que cierres la boca no entendiste, Ivar? Te desafío de nuevo — le pedí cargada de adrenalina.
Su sonrisa se ensancha con orgullo, mientras se agacha para volver a tomar la espada que dejó caer cuando me safé bruscamente de su agarre. Pero claro, había algo a cambio de la victoria y mi palabra vale más que cualquier cosa.