Luego de la muerte del Vikingo Ragnar Lothbrok, sus hijos buscarán aliados para la venganza contra los sajones cristianos, causantes de la muerte de éste.
Viajarán hasta el Reino de Viken, en busca del reconocido guerrero Viggo y su ejército. Lo qu...
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— ¡Llegando a Kattegat, niña!
El grito de WhiteHair me sacó de mi vista que se encontraba totalmente perdida en la eternidad del mar. Giré mi rostro y me levanté de un salto, posicionándome junto a él, en la punta de nuestro drakkar.
A unos cuantos kilómetros se podía divisar el muelle y las bellas montañas de Kattegat.
— ¿Estas segura de lo que harás? — me preguntó WhiteHair mientras ambos conservabamos la vista pegada a Kattegat, quien nos regalaba los detalles de sus tierras con cada remada que nos acercábamos.
— Es mi destino, WhiteHair.
— Creí que tu destino era Ivar.
— Hermoso destino el que me traicionen con una esclava.
WhiteHair rió ante mi clara expresión de asco al pronunciar esas palabras. — Todos cometemos errores, Lena...
— Lo sé.— giré mi rostro para enfrentar sus oscuros ojos negros.— Pero a veces, por tus errores debes pagar.
A medida que nos acercábamos al muelle, la multitud iba acercándose a él también. Seguramente por curiosidad, porque claramente no sería ni un ataque ni una invasión si solo veníamos con un barco. Los demás desviaron su camino hacia Viken, mientras que conmigo se quedaron WhiteHair, Ingrid y unos cuantos guerreros que nos ayudaron para llegar hasta aquí.
Cuando ya faltaba casi nada para llegar a tierra, pude divisar como la gente iba abriéndose paso, para dejar delante de todos, justo en la punta del muelle recibiéndonos, a una hermosa mujer rubia, con su piel sumamente clara e imponente presencia. Ella debería de ser Lagertha.
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Nunca la había visto en persona, pero había escuchado incontables leyendas sobre ella. La primer esposa de Ragnar, la legítima, la madre de Bjorn, el ejemplo de toda doncella escudera.
Mientras tanto, yo seguía colgada casi en la punta de nuestro drakkar, sosteniendome solo de unos de las cuerdas que sostenían orgullosamente mi bandera. El águila negra, igual que la que Ivar llevaba tatuada sobre su corazón.
