Luego de la muerte del Vikingo Ragnar Lothbrok, sus hijos buscarán aliados para la venganza contra los sajones cristianos, causantes de la muerte de éste.
Viajarán hasta el Reino de Viken, en busca del reconocido guerrero Viggo y su ejército. Lo qu...
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Luego de que Olson atara correctamente nuestro drakkar al muelle de Kattegat, bajamos para ser recibidos por la reina.
— Reina Aslaug — le dije con una sonrisa — es un honor conocerla.
— Tú debes ser Lena, hija de Viggo. Es gusto es mío. — Está mujer es altísima y muy hermosa, me miraba con detenimiento — Por favor, sean bienvenidos.
Asentí mientras sentía su mirada sobre mi. Cambiaba delante de nosotros, pero aún así, se tomaba el tiempo de mover su rostro y observarme, regalandome algunas tímidas sonrisas.
Esto es raro.
***
Una vez en el salón, sus hijos vinieron a recibirnos. Todos excepto Ivar, a quien busqué con la mirada pero no pude encontrar. Al caer la noche, me encontraba junto a Ingrid sentadas solas en un rincón del gran salón bebiendo cuernos de cerveza, hasta que Ubbe y Hvitserk se acercaron hacia nosotras.
— ¿Les molesta si nos sentamos aquí? — preguntó dulcemente Ubbe.
— Es tu hogar ¿no? — le dije sonriendo.
— Bella Lena.... Cada vez que te veo, sólo sonríes.
— Así me enseñaron, Hvitserk. A los dioses parece no gustarle cuando lloro. — el me sonrió cortésmente, sin sospechar que hablaba muy en serio.
Ingrid soltó una leve carcajada, ganándose la atención de los jóvenes. — ¿Y tú? ¿Quién eres? — cuestionó sonriendo Hvitserk mirando a mi amiga de arriba a abajo.
— Ingrid. Mano derecha de Lena. ¿Y tú? ¿Cuál de los Ragnarsson eres?
— Ellos son Hvitserk y Ubbe. — dije señalando a cada uno con el cuerno del cual bebía. — Sigurd es aquel de allí y a Bjorn ya lo has distinguido cuando fueron a Viken — dije mirando a los ojos a mi amiga, quien me regaló una sonrisa. — Sólo falta Ivar ¿No vendrá?
— Muy discreto lo tuyo, Lena.
Chiste mi lengua sin darle importancia a su comentario. Ubbe me sonríe de lado — Supongo que en un rato llegará. Se entendieron bien, ¿verdad?
Le regalo una sonrisa y cambiamos el rumbo de la conversación. Me pase la mitad de la noche charlando con Ubbe, ya que Hvitserk había desaparecido hace rato junto a Ingrid. De verdad Ubbe era especial. Es dulce y gentil, y además de ser el mayor de los hermanos, se nota su madurez todo el tiempo. Todo iba bien hasta que en cierto momento, una muchacha rubia se acercó a nosotros, tomando a Ubbe de su brazo derecho.
— ¿Y tú quien eres?
— ¿Y quién eres tú para decirte quien soy yo? — le contesté. Me gané una mala mirada de ella, pero no me importó. Nadie me intimidaba, y menos está flacucha con pintas de esclava.
