•• Capítulo 22 ••

5.1K 454 74
                                    

Cuando por fin estábamos terminando todo para partir, Ingrid y yo ya estábamos subidas en nuestro drakkar, pero un grito me sacó de mi concentración alertando a Ingrid, quien de inmediato se paró mirando hacia donde se dirigía el grito

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Cuando por fin estábamos terminando todo para partir, Ingrid y yo ya estábamos subidas en nuestro drakkar, pero un grito me sacó de mi concentración alertando a Ingrid, quien de inmediato se paró mirando hacia donde se dirigía el grito.

— ¡LENA! 

Su voz. Su maldita voz otra vez. Pensé que quizás podríamos partir antes que él llegue a mí.

Pero es Ivar, ¿verdad? Puede lograr lo que sea.

Giro sobre mí misma, para encontrarme con él caminando con prisa hasta el muelle, acompañado de White Hair y Hvitserk.

Ivar gira su rostro de un lado al otro, analizando con detenimiento todas mis embarcaciones. Está enojado y no sólo lo digo porque lo siento, sino porque es notable la ira en su rostro.

— ¿Te vas sin siquiera hablar conmigo? — suena MUY enojado.

Suspiré cansada. No iba a flaquear ante él, no lloraría, tomaría todo el valor que los dioses me concedieran para ser fuerte ante él.

— Ya hablé contigo anoche, no tengo nada más que hablar.

Hvitserk se acerca molesto a Ingrid, mirándola con cierto enojo también. — Te dije que avisarás cuando la encuentres.

— Tú no me mandas. Tu estúpido hermano cometió un error con ella, ¿Por qué no me contaste esa parte  cuando dijiste que desapareció? — Ingrid le hacía frente, mirándolo de manera fija.

Como puede, Ivar aprovecha el momento de distracción que tuve por mirar a estos dos y baja torpe y rápidamente hasta el drakkar, posicionándose frente a mí.

— No te puedes ir. No puedes simplemente irte y olvidarte de nosotros.
— me reclama negando con su cabeza.

— me reclama negando con su cabeza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


— Mira como lo hago. — cuando intento girarme para darle la espalda, me toma fuertemente del brazo con su mano libre, atrayéndome hacia él, hasta que nuestros pechos chocan. — No tengo nada que hablar contigo. — me suelto de su agarre de manera brusca, provocando que tambalee. — Me engañaste, me humillaste como mujer, Ivar. No perdonaré lo que hiciste.

Él respiraba con fuerza, logrando que su pecho suba y baje, mostrando lo impotente que se sentía al no poder mandar sobre mí.

Ríe irónico, mostrando esa maldita sonrisa de la cual logré enamorarme. — Eres una cobarde. Sólo huyes, Lena.

Ésta vez soy yo quien ríe de manera irónica. — ¿Yo huyo, Ivar? No, te equivocas. Tú... — apunto con mi dedo sobre su pecho, mientras lo observo directo a los ojos. —... eres quien me espantó. Tú y tu estúpida debilidad por una esclava. No eres lo suficientemente hombre como creía. ¡White Hair! — mi grito inesperado lo espanta. El vikingo de cabello blanco me mira con atención. — Se vienen tiempos difíciles y necesitaré guerreros conmigo en Viken. ¿Estas dispuesto a embarcarte ahora y unirte a mi ejército?

White Hair me regala una mínima sonrisa, casi imperceptible, dando un movimiento afirmativo con su cabeza. — Mi lealtad está contigo, Lena.

Ivar acerca su cuerpo un poco más al mío, para susurrarme cerca de mi oído. — Te equivocas si piensas que me estás sacando guerreros. Que uno de los míos se vaya contigo, sólo me deja más seguro de que te cuidarán, Lena.

Giro mi rostro para enfrentar sus preciosos ojos azules. Esos ojos tan profundos, tan hermosos que me habían enamorado desde la primera vez que lo ví.

¡Basta, Lena! ¡Algo de firmeza, por los dioses!

Le sonrio para luego murmurarle — No necesito que me cuiden, Ivar. Y no te creas que todos están contigo, porque fue el propio White Hair quien me ayudó a esconderme toda la noche para que tus guerreros no me encuentren.

Rápidamente Ivar enfoca sus ojos en el vikingo que ahora pertenece a mi ejército, mirándolo con sus ojos más cargados de odio, si es que eso es posible. — Y ni se te ocurra vengarte porque ahora es uno de los míos y entre tú y yo ya no hay ninguna alianza, Ivar. Entre tú y yo...ya no hay nada.— vuelve a mirarme una vez más, pero su odio se ve reemplazado por tristeza. Ivar está confundido y triste, como un pequeño niño que está siendo abandonado. — Y no puedes echarle la culpa a nadie, porque fuiste tú solito el que lo arruinó. Ahora bajate de aquí si no quieres que mis guerreros lo hagan.

— Sabes al igual que yo que nuestra historia no terminó aquí.

Lo miro y vuelvo a sonreírle. — ¿Tú me perdonarías una infidelidad?

— No te fui infiel. Soy tuyo, Lena, como tú eres mía. Estamos destinados a estar juntos. Sabes que es a tí a quien yo am...—

— Ni siquiera lo digas. — Lo interrumpo dolida. Esas palabras no debían salir de su boca en estas situaciones. — Si es nuestro destino, los dioses lo decidirán. Bájate de una vez, Ivar. Sabes que hagas lo que hagas, no me quedaré.

Puedo ver como traga saliva nervioso, como conteniéndose de hacer algo. Y sé que lo hace, sé que está conteniéndose para no gritarme y exigirme que me quedé con él.

Sabe que no logrará nada, sabe que puede decirme lo que sea o entregarme el mismo mundo, pero que no lo perdonaré por engañarme.

Me hirió, me lastimó, me traicionó... Y eso no es algo que pueda llegar a perdonar tan fácil.

Hace una mueca de desagrado y comienza a moverse hacia el borde del barco y con ayuda del propio White Hair, sube al muelle. Cuando mi nuevo guerrero sube a nuestro barco, Ivar le susurra algo cerca de su oído. Sea lo que sea que le haya dicho, White Hair contesta con un movimiento afirmativo con su cabeza.

— Puedes contar con mi gente para cualquier cosa.

— No la necesitaré. — le contesto una vez que ya todos están acomodándose en el drakkar que está a punto de partir.

— Cuenta con ellos. Conmigo también, Lena. — le doy la espalda, ya que sé que mi pobre corazón no podrá verlo por última vez. No quiero llorar, una lluvia es lo que menos queremos en el viaje. — ¡Nos volveremos a ver!

No es una pregunta o un deseo. Él sabe que nos volveremos a ver. Está seguro que nuestra historia no termino acá.

— Adiós, Ivar.

Mi barco comienza a despegarse del muelle de una vez.

— Adiós, ¡mi Valkiria!

¿Por qué hasta éste último momento tiene que recordarme que soy de él?

La Hija De Freyja • Ivar The Boneless •Where stories live. Discover now