•• Capítulo 29 [TERCER Y ÚLTIMA PARTE] •

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Leves cosquilleos en mi brazo lograron hacerme remover en mi lugar

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Leves cosquilleos en mi brazo lograron hacerme remover en mi lugar.
Abrí a penas mis ojos, admirando como la habitación ya se encontraba iluminada por la luz de un amanecer.

Suspiré profundo y giré un poco mi rostro, para encontrarme con Ivar despierto a mi lado, ambos recostados en posición fetal, con mi parte trasera del cuerpo pegada totalmente al frente del suyo.

El hermoso hombre a mi lado se encontraba concentrado en delinear suavemente los relieves de mi nuevo tatuaje, proporcionándome ásperas caricias en la piel de mi brazo.

— Tenemos el mismo tatuaje.

— No, no es el mismo. — Dije con voz de recién despierta.

— Tienes mi mismo águila...— comenzó a delinear el águila que se encontraba escondido tras el tribal verde de mi tatuaje — ...justo aquí.

— Tú te copiaste de mí.

Ivar sonrió suavemente — ¿Me copié? Yo me lo hice en Inglaterra.

— Sí, pero sabes que ese dibujo me pertenece.

— Claro que lo sé. Por eso me lo hice. — me contesta subiendo su mirada para enfocarla en mis ojos — ¿Por qué un águila?

Hice un gesto de ignorancia hacia lo que preguntó. — No lo sé. Me gustan las aves.

— ¡Qué curioso! A nuestra diosa Freyja siempre se la representan animales con plumas.

Ambos nos sonreímos cómplices, gracias a que Ivar sabia que me costaba hablar acerca de mi madre.

— ¿Por qué no me despertaste?

— Eres linda cuando duermes. Nadie que te vea dormir sospecharía que eres una loca asesina.

Reí por sus palabras — Tú adoras a ésta loca asesina.

— Yo amo a ésta loca asesina.

Mi risa terminó al instante. — Ivar ya debo volver a Kattegat.

Su postura cambió igual que su sonrisa se borró al instante.— Aún puedes quedarte un rato más. Debes comer algo primero.

— Tardaré mediodía en llegar, sabes que...—

— La comida aquí no es mala. — dijo ignorando lo que le decía, mientras se sentaba cómodo en la cama. — Hay buena carne.

— Ivar no comeré. Deb...—

— Pero el vino no. El vino es muy malo, no se compara con el que bebía en Kattegat.

— Ivar...

— Pero ¿sabes que? Bajaré y le diré a un de las esclavas que traiga la com...—

Me senté de golpe encima suyo, tomándolo del rostro para que deje de evitar mi mirada y mi voz como lo estaba haciendo. — Ivar debo partir.

Sus ojos azules me miraban tristes, desanimados.
Ivar tenía tan marcada la personalidad explosiva y colérica, que realmente me partía el corazón ver su lado sensible sufriendo por mi.

La Hija De Freyja • Ivar The Boneless •Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora