Capítulo 2

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Para Facundo la mañana continuó sin mayores sobresaltos. Sin embargo, ya no fue capaz de centrarse únicamente en su trabajo tras ese breve, aunque intenso, intercambio. No podía dejar de mirar, de tanto en tanto, la puerta por donde ella había desaparecido, no sin antes desbaratarlo por dentro con sus ojos azules, brillantes, hipnóticos. Los mismos aparecían en su mente de forma intermitente haciéndole imposible mantener en orden sus pensamientos.

Había sido tan extraña la forma en la que había reaccionado al verla que no terminaba de entender qué era lo que le había sucedido. Era como si algo en ella, en sus ojos particularmente, lo transportara casi de forma mágica a otra época, a otros tiempos. Lo hizo recordar su infancia, como si de algún modo que no podía comprender, estuviese conectada a sus recuerdos, a su pasado.

Continuó revisando las últimas computadoras mientras intentaba recordar algo, aunque fuese pequeño, que lo ayudase a entender el motivo por el cual se sentía así de confuso y desorientado. No obstante, su mente parecía estar absolutamente en blanco. Estaba convencido de que jamás había visto a esa mujer en su vida. De lo contrario, la recordaría. En pocos segundos, sus ojos lo habían impactado tanto que, si lo hubiese hecho, de seguro no habría podido olvidarla. Pero entonces, ¿cómo podía explicar lo que había sentido al verla? Nada tenía sentido. 

No volvió a encontrarse con ella durante el tiempo que estuvo allí ya que en ningún momento había salido de esa oficina

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No volvió a encontrarse con ella durante el tiempo que estuvo allí ya que en ningún momento había salido de esa oficina. Le hubiese gustado que lo hiciera, al menos una vez, para poder comprobar si le pasaba lo mismo o había sido algo aislado. Pero no lo había hecho y eso acrecentó, aún más, la frustrante e incómoda sensación de incertidumbre que lo embargaba.

La tarde finalmente llegó y su trabajo había terminado, por lo que estaba listo para irse. Como aún era temprano, pensó en dormir un par de horas antes de salir con Tamara por la noche. Le había prometido recompensarla por no haber respondido el teléfono la noche anterior y aunque no tenía demasiadas ganas, haría honor a su palabra. Desde que era niño sus padres le habían enseñado la importancia de cumplir una promesa.

Se dirigió hacia el ascensor y presionó la tecla del subsuelo donde se encontraba el estacionamiento del edificio. Caminó hacia su auto, el cual relucía magníficamente entre los demás que estaban allí haciéndolo sentir orgulloso. Tenía una verdadera afición por los autos clásicos y a pesar de poder tener cualquier otro modelo que quisiese, prefería su adorada e inmaculada Coupé Chevrolet Camaro 1969 de color rojo a la que cuidaba como si se tratase de un hijo.

Lo mismo le pasaba con la música. Tanto él como su prima, amaban todas las canciones pasadas de moda, esas de décadas anteriores; en especial la de los años 80' y 90', que era la que solían escuchar los padres de ambos cuando eran pequeños. Facundo era simple, tradicional o como siempre le decía ella, un alma vieja atrapada en el cuerpo de un joven. No importaba cuan actualizado estuviese con lo último del mercado en todo lo que tenía que ver con la tecnología, sus gustos personales distaban mucho de los de una persona moderna.

Bloque de hieloWhere stories live. Discover now