Capítulo 16

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La sonrisa de Paula se evaporó en el instante mismo en el que vio a Tamara. Se sintió desnuda en comparación a ella y tiró de la remera hacia abajo en un intento por parecer menos indefensa. ¡Todo había sido perfecto hasta ese momento! ¿Por qué tenía que aparecer y arruinarlo? Tragó con dificultad a través del pequeño nudo que se había formado en su garganta y conteniendo el llanto, la enfrentó con la mirada.

—Lo que piense o no mi marido no es asunto tuyo —le dijo con una determinación que no sentía realmente—. Como tampoco lo que yo esté haciendo acá.

La vio ladear su cabeza hacia un costado y evaluarla con la mirada. Con una sonrisa altiva instalada en medio de su rostro, comenzó a acercarse lentamente hasta quedar a unos pocos centímetros de distancia. Notó cómo miraba la mesa servida y luego dirigía sus ojos al equipo de música que había encendido mientras preparaba el desayuno. El mismo estaba reproduciendo una de las tantas canciones que Facundo solía escuchar y, por la expresión que acababa de verle, supo que las había reconocido. Volvió a encontrarse con sus ojos llenos de desprecio lo cual le provocó un escalofrío a lo largo de su columna.

—¿De verdad creés que poniéndole estas cursis canciones pasadas de moda y preparándole mate vas a hacer que caiga rendido a tus pies? —preguntó con sarcasmo para luego largar una risotada que la hizo estremecer—. Facundo y yo estamos juntos. Solo tuvimos una discusión, nada más. Pero va a volver conmigo. ¿Acaso pensabas que era algo definitivo? Él jamás estaría con una mujer tan mayor. Mirate, podrías ser su madre.

Paula intentó no sentirse abatida por sus maliciosas palabras. No obstante, le estaba resultando bastante difícil. Una parte de ella creía eso. No entendía qué podía ver o sentir él por alguien tan roto como ella. Era un hombre joven y merecía a su lado a una mujer entera, cálida, que pudiese hacerlo feliz. Afectada más de lo que hubiese querido, retrocedió unos pasos hasta sentir el borde de la mesada en la parte baja de su espalda. Sabía que Tamara podía notar su turbación y que se aprovecharía de eso para seguir atacándola, pero en ese momento se sentía paralizada.

—Debería darte vergüenza. Seducir a un hombre más joven y que trabaja para vos. Pero no te ilusiones. No te va a durar demasiado. ¡No sos más que un capricho para él, algo pasajero!

Paula negó con su cabeza. Realmente quería creer en todo lo que Facundo le había dicho. Necesitaba aferrarse a lo que habían compartido desde que había ido a buscarla el día anterior. Él era distinto. No sería capaz de jugar con sus sentimientos. Le proporcionaba paz y tranquilidad. La había ayudado en varias ocasiones sin cuestionarla o mirarla de otro modo.

—Facundo no es así... —balbuceó con apenas un hilo de voz.

—¡No sabés nada de él! No lo conocés. Soy su novia desde hace meses. Conozco a su familia. ¿Te pensás que le presentaría a sus padres una mujer casada y de casi su misma edad? Jamás lo haría. Sos un sucio secreto para él. Nada más.

—¡Tamara!

La voz grave de Facundo hizo que la chica se congelase en su lugar y toda la ferocidad que hasta ese momento podía verse en su expresión, se evaporó en un instante. Paula fue capaz de advertir cierto temor en su mirada antes de verla girar hacia él con una falsa sonrisa en los labios.

—Facu. Te estaba esperando...

—¿Cómo entraste? —la interrumpió con tono firme mientras depositó el paquete de café que había comprado sobre la mesa.

Estaba notoriamente molesto.

—Con las llaves que me diste —respondió sacudiéndolas en el aire con orgullo.

Facundo hizo su mayor esfuerzo para controlar la ira que amenazó con desbordarlo en ese momento. Se había apurado en el supermercado para poder regresar rápido al lado de Paula. Deseaba compartir el desayuno con ella y luego pasar el resto del día haciéndole el amor de todas las maneras posibles. Entrar en su departamento y darse cuenta de que Tamara estaba allí y le hablaba de la forma en la que acababa de oírla hacerlo, lo sacó de sus casillas. Verla pavonearse ante él con ropa provocativa con la clara intención de marcar terreno, lo llevó al límite.

Bloque de hieloWhere stories live. Discover now