Capítulo 40

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La vida de Paula durante las semanas siguientes a la muerte de Andrés fue un completo caos. Luego de ocuparse del sepelio de su esposo, se dedicó de lleno a revisar toda la documentación que él tenía guardada —principalmente los contratos— para poder presentarlos a la justicia y de esa forma, limpiar el nombre de su empresa cuánto antes. Paralelo a eso, se vio obligada a convocar reuniones urgentes con los socios para definir el futuro de la agencia. Uno de ellos debía hacerse cargo de la presidencia ya que ella no tenía ninguna intención de asumir ese rol. Prefería seguir abocada a los aspectos más creativos de la publicidad. Eso era lo que en verdad amaba.

Luego de mucho debate, llamadas y encuentros, finalmente llegaron a un acuerdo y definieron que el socio con más trayectoria sería el indicado para ocupar el cargo de presidente. No obstante, este había puesto una condición para aceptar dicha responsabilidad y esa era que se le cambiase el nombre a la compañía. De ninguna manera se expondría a que lo relacionaran con un criminal. Por unanimidad, decidieron que llevara tanto el nombre como la imagen de ella, en especial para que no se perdiese la relación de familiaridad que se había formado con los clientes más antiguos. Eso hizo que Paula se sintiese honrada y sumamente valorada.

Para su sorpresa, el cambio tuvo buena acogida entre sus empleados, quienes horrorizados por lo que decían los medios acerca de su jefe, cambiaron radicalmente su actitud hacia ella. Por un lado, dejaron de murmurar a sus espaldas cesando por completo el uso de apelativos negativos. Por el otro, se mostraron deseosos por trabajar bajo su mando y obtener su aprobación para los diversos proyectos que se estaban desarrollando —inclusive aquellos que no pertenecían a su equipo de trabajo—. Por fin, luego de tantos años de ser ignorada, recibía el trato y el respeto que siempre había merecido.

Facundo también estuvo bastante ocupado

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Facundo también estuvo bastante ocupado. Tras lo sucedido en ese bosque, dedicó unos días a organizar su vida laboral. Si bien continuó trabajando en la agencia como asesor informático, decidió asociarse con dos de sus ex compañeros de la universidad y direccionar su propia empresa hacia el desarrollo de software de seguridad informática. Esto le permitiría crecer considerablemente y ampliar su cartera de clientes tanto dentro del país como en el exterior. 

Los rumores de su relación con Paula no tardaron en aparecer y aunque a nadie pareció molestarle, ambos acordaron que lo mejor sería seguir manteniendo un perfil bajo. De esa manera, se aseguraban de que no hubiese ningún tipo de comentario desafortunado que pusiera en riesgo el gran avance que ella había hecho en la compañía. Apenas se veían algunas horas durante los fines de semana cuando Paula podía permitirse tomar una pequeña pausa en medio de sus tantas obligaciones.

La extrañaba horrores, pero tampoco había nada que él pudiese hacer para cambiar las cosas. Solo debía esperar a que todo se terminara de resolver y pudiesen por fin volver a estar juntos. Mientras tanto, buscó el consuelo de su familia para paliar el vacío que su ausencia, aunque temporal, dejaba en él cada vez que se despedían. Gracias a eso pudo ponerse al día con su prima y su hermana, con quienes no conversaba desde hacía bastante tiempo. Así fue como se enteró de que ambas habían oficializado sus noviazgos. Para su sorpresa, tanto su padre como su tío parecían estar llevándolo bastante bien.

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