Capítulo 10

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Una vez dentro, ambos amigos caminaron hacia la oficina que Matías tenía en el fondo del bar para que Dante pudiese dejar allí el único bolso que llevaba consigo.

—¿Por qué no me avisaste que vendrías? Al menos te hubiese ido a buscar a la terminal de micros —le recriminó a la vez que lo golpeó en el hombro de forma amistosa.

—Es que ni lo pensé. Solo agarré algunas cosas, compré el pasaje y vine.

Matías podía notar el agobio en su amigo y decidió que no indagaría más, de momento. Sabía que no estaba atravesando una buena etapa, por lo que no insistiría. Cuando él estuviese listo para hablar, estaba seguro de que lo haría.

—En unas horas abrimos. Solo tengo que esperar a que llegue el encargado y nos vamos a mi departamento.

—No te preocupes. Sabía que estarías ocupado, así que con que me sirvas algo para tomar me conformo.

—¡Seguro! —le respondió con una sonrisa—. Vayamos a la barra así nos preparo a los dos unos tragos.

—Ahora sí nos estamos entendiendo —afirmó sonriendo también.

—Ahora sí nos estamos entendiendo —afirmó sonriendo también

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Lucía ya no sabía qué hacer. Se sentía de lo más incómoda esa noche y empezaba a considerar la posibilidad de irse. La constante actitud negativa de David hacia ella comenzaba a afectarle y mucho. No entendía qué era lo que le había hecho —si acaso le había hecho algo—, pero hacía días que lo notaba molesto. La trataba con una frialdad atípica en él y ni siquiera la miraba cuando se empeñaba en criticar, sin reparo o delicadeza alguna, el trabajo que había hecho. Tenía muy en claro que no era fotógrafa profesional, pero, al menos, esperaba que fuese capaz de valorar su esfuerzo.

Por otro lado, la desconcertaba la indiferencia repentina de su prima. Desde que habían ido a pedir las bebidas, unos minutos antes, la notaba callada, pensativa, como si algo le estuviese preocupando. ¿Acaso ella también estaba enojada? Quizás era solo el malhumor de su novio que finalmente la había alcanzado.

El único que en cierto modo se comportaba con normalidad era Iván quien, a pesar de todo, seguía con su habitual alegría intentando aligerar su estado de ánimo. De hecho, lo estaba logrando ya que pronto empezó a reír ante una de sus tantas ocurrencias mientras conversaban frente a la notebook al mirar las últimas fotos que había sacado. Sin embargo, la sonrisa se esfumó de su rostro en el instante mismo en el que sus ojos se encontraron con los de David. Este seguía en el escenario y aunque sus brazos rodeaban a Sol asegurándose de mantenerla pegada a él, sus ojos oscuros permanecían fijos en ella.

Su mirada era extraña y sin saber por qué, se sintió cohibida, incómoda. De pronto, sintió como si se encontrara de nuevo en el colegio y tuviese que lidiar con el constante acoso de los chicos y la indiferencia de las chicas por lo llamativo que se había vuelto su cuerpo antes de tiempo. Sin embargo, eso era de lo más absurdo. Tanto Iván como David le habían demostrado a lo largo de los años que ellos eran diferentes. ¿Por qué entonces este último se comportaba de esa manera? ¿Por qué actuaba tan raro? Sentía que se la estaba comiendo con los ojos y la sola idea de que eso fuera posible, la hizo estremecer.

Bloque de hieloWhere stories live. Discover now