Capítulo 27

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El celular de Sol comenzó a sonar de forma insistente en su mesita de luz. Hacía tan solo algunas horas desde que había logrado dormirse por lo que le estaba resultando difícil hacer que su cuerpo le obedeciera y se moviese para atender el llamado.

—¿Hola? —dijo en medio de un inevitable bostezo.

—Hola, cariño. Lamento despertarte a esta hora.

La voz preocupada de Melina la despejó de inmediato. Se sentó en la cama mientras se frotó los ojos con la mano.

—¡Tía! No hay problema. ¿Pasó algo? ¿Está todo bien?

—La verdad que no lo sé. Lucía no está en su cama y tampoco atiende el teléfono. ¿Está ahí con vos? —preguntó en un susurro.

Sol pensó por unos instantes recordando todo lo que había pasado la noche anterior y la forma en la que había visto a su prima irse corriendo del bar.

—Eh... no. Anoche se fue temprano porque... —Se interrumpió en el acto. No quería hablar de ese tema con su tía—. Pero sé cómo ubicarla. Solo dame unos minutos y te vuelvo a llamar.

—Está bien. No quiero que tu tío se dé cuenta de que...

—¿Dónde está Lucía, amor?

Oyó la voz grave de Sebastián de fondo seguido de un suspiro de Melina. Al parecer, su tío acababa de enterarse.

—Te tengo que dejar, chiquita. Por favor llamame ni bien sepas algo —se limitó a decir y cortó la comunicación.

Sol buscó entre sus contactos el único que sabía que podría ayudarla. Estaba segura de que su prima estaba bien. Había visto a Dante salir tras ella después de lo sucedido, por lo que suponía que aún estarían juntos. Pero, ¿dónde? No podía creer que no hubiese regresado antes de que amaneciera a su casa. Debía avisarle cuanto antes de que sus padres habían notado su ausencia.

Con manos temblorosas, seleccionó ese número que tantas veces había querido llamar antes y no se había animado. No obstante, antes de que siquiera empezara a sonar, cortó. "Dios, soy una cobarde", pensó, resoplando. Entonces, la llegada de un mensaje hizo que finalmente se recostase, aliviada. Lucía acababa de llegar a su casa sana y salva.

Sebastián había sentido a Melina levantarse de la cama y caminar hacia la habitación de su hija para comprobar que estuviese bien

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Sebastián había sentido a Melina levantarse de la cama y caminar hacia la habitación de su hija para comprobar que estuviese bien. Hacía lo mismo cada vez que ella salía y luego regresaba a su lado para acurrucarse de nuevo contra él. No obstante, esa vez no lo hizo y luego de buscar su celular, se alejó de nuevo con cuidado de no despertarlo. Algo no andaba bien.

Se levantó y comprobó por sí mismo la ausencia de Lucía. Todo su cuerpo se tensó al instante y se apresuró a bajar en busca de su esposa. La encontró en la cocina hablando por teléfono con alguien. Podía notar su preocupación en la voz, aunque estuviese hablando en susurros seguramente para que él no la escuchase. Intentando no perder la calma, le preguntó por Lucía, sorprendiéndola. La oyó suspirar, resignada, para luego despedirse de quien suponía debía ser su sobrina para cortar la llamada.

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