Capítulo 25

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Sol advirtió de inmediato cómo la expresión en el rostro de Lucía cambiaba nada más verla. Ese espanto y temor que en un principio había notado en sus ojos, se convirtió rápidamente en vergüenza y culpa. Pero... ¿por qué? Su mente se transportó, en el acto, a cuando eran pequeñas. Siempre que había tenido que enfrentar a sus padres tras haber cometido alguna travesura, ponía esa misma cara. Nunca le había gustado la confrontación, en especial cuando sabía que lo que había hecho estaba mal y por esa razón, solía ser ella quien asumía la culpa por las dos.

—Lucía, ¿qué...? —intentó preguntarle qué sucedía, pero su prima no la oyó ya que había seguido caminando.

Dante, que venía justo detrás de ella, se apresuró a acercarse a su amigo. Luego de susurrarle algo al oído, continuó su camino para alcanzar a Lucía. Sol no alcanzó a oír nada, pero fue capaz de advertir el efecto que esto tuvo en Matías. Sus puños se cerraron en el acto con fuerza y sus ojos, del color del cielo, se fijaron en David con expresión severa. Definitivamente algo malo había pasado y su novio era el responsable.

Se giró para mirar al chico, a la espera de algún tipo de explicación, pero él no le estaba prestando atención alguna. Sus ojos, oscuros y vidriosos a causa del alcohol que al parecer había ingerido, estaban fijos en los de Matías. Como si de un duelo de miradas se tratase, ambos permanecieron inmóviles, uno frente al otro, sin emitir palabra. Exasperada por lo ridículo de la situación y a su vez preocupada por saber más acerca de su prima, avanzó decidida hasta detenerse frente a David.

—¿Qué le pasó a Lucía? ¿Por qué se fue así?

Vio que sus ojos por fin se posaban en los de ella. Un escalofrío la recorrió a lo largo de la columna y se le erizó la piel al advertir el odio que había en ellos.

—¿De dónde venías, Sol? —preguntó de forma brusca evadiendo la pregunta.

—De mi casa, ¿de dónde va a ser, sino? —exclamó impaciente y un tanto nerviosa—. Contestame, David. Quiero saber qué le pasó a mi prima.

—¡Y a mí me gustaría que me explicaras qué mierda estabas haciendo en la oficina de este tipo! Porque venías de ahí, ¿no? —replicó dando un paso hacia ella de forma amenazante.

Sol retrocedió por acto reflejo. No le gustó la forma tan agresiva en la que se estaba dirigiendo a ella. De hecho, su comportamiento comenzaba a asustarla.

—No sé de qué estás hablando —titubeó—. Yo no estaba...

—¡Dejá de tomarme por pelotudo, Sol! —la interrumpió con un grito a la vez que avanzó un poco más hacia ella—. No creas que no me di cuenta de lo que hacés cada puta vez que venimos. Te le pegás como si fueras una maldita sanguijuela. ¿Qué está pasando entre ustedes? ¿Acaso ya no soy suficiente para vos?

Sol retrocedió otro poco en un intento por mantener cierta distancia entre los dos. No sabía por qué, pero algo en sus ojos, en la expresión de los mismos, la hacía estremecerse. Lo había visto otras veces exaltado a causa del alcohol, pero jamás de esa manera. Nunca antes se había comportado así de intimidante y agresivo con ella. Lo desconocía por completo.

Quiso contestarle con la seguridad que siempre la había caracterizado, ordenarle que dejase de atacarla y le dijera de una vez por todas lo que le había pasado a su prima. Sin embargo, no se sentía capaz de hablar. Una parte de ella seguía culpándose por haber besado a Matías y aunque odiaba admitirlo, reconocía que algo de verdad había en sus palabras. Las manos comenzaron a temblarle y en lo único en lo que pudo pensar fue en alejarse de aquel extraño que tenía delante de ella. Sí, en ese momento, David se había convertido en un completo desconocido.

Bloque de hieloWhere stories live. Discover now