8. Parálisis sensorial

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Los Vulturis se encontraban sentados en sus tronos, hablando y discutiendo sobre los cambios que se producían en el mundo y sobre los gemelos, un tema sumamente importante desde hace meses.

Hace casi un año que Jane y Alec se incorporaron a la Guardia y los problemas con Alec aún no desaparecían. El joven no había manifestado ningún don, al contrario de su hermana que dominaba perfectamente el suyo. Aro no quería admitirlo pero temía que Caius tuviera razón al afirmar que Alec sería un estorbo y un cero a la izquierda en la Guardia. Marcus se sentía identificado con Alec, a pesar de que Aro y Caius no sintieran mucha afinidad con el. Ellos querían quitarle su capa negra por considerarlo indigno de poseerla. Marcus aún poseía esperanza en el joven e impedía dicha degradació. Aunque no quisieran confesarlo, uno de los motivos por los cuales aún no presionaban a Alec era el respeto y miedo que sentían por Jane.

–Debemos darle un ultimátum a Alec –exclamó Caius furioso–, no es justo darle privilegios que no merece.

–Ya le hemos dado varios estímulos y no responde. Lo más seguro es que no tenga ningún don –coincidió Aro.

–Es un inútil, debimos dejarlo morir.

–Jane nunca nos hubiera perdonado eso.

–Nosotros somos los líderes, nosotros damos las ordenes. Es inconcebible que tengamos que cumplir los caprichos de una niña solo porque le tenemos miedo. Las reglas son muy claras, sí nos desobedece y usa su don contra nosotros, la mataremos como a cualquier otro infractor.

–Aunque sería un desperdicio después de todo el tiempo que invertimos cuidandola.

–Sería un gran desperdicio –coincidió Caius–, pero los Vulturis no damos segundas oportunidades.

–¿Y tú Marcus? –preguntó Aro, captando la atención del mayor de los Vulturis– ¿Qué opinas respecto a Alec?

–Hay algo que aún no entienden sobre Alec y Jane. Jane es quien tiene la voz cantante. Ella domina y se encarga de cuidar a su hermano. Alec también la cuida, pero manera diferente. A él no le interesa luchar porque confía en el poder de su hermana. Creo que si ella estuviera en peligro, un peligro real, tal vez salga al exterior el instinto protector de Alec y quiza manifieste un don. Es muy extraño que solo Jane sea poderosa.

–¿Exponer a Jane a un peligro real? –Caius abrió los ojos sorprendido.

–Es una locura –exclamó Aro— no podemos arriesgarnos a eso.

–No es una locura –se defendió Marcus–. Alec siempre supo que los estímulos eran intentos para obligarlo a usar un don que aún no sabemos como se manifiesta. Lo he observado y el es un muchacho bastante tranquilo. Si quieren que Alec manifieste su don, es necesrio sacarlo de su zona de confort y presionarlo en su punto débil: Jane.

–No confío en Alec. Sigo creyendo que no es bueno ponerla en peligro –reflexionó Aro–, ella es muy importante.

–Si falla algo me haré responsable.

–¡Por supuesto! Si le sucede algo a Jane, tu serás el responsable.

–Caius... –Aro suspiró y miró a Marcus– ¿Cuál es tu plan hermano? –Marcus extendió su mano hacía Aro para transmitirme sus pensamientos. Luego de unos minutos, se separaron-. Esperemos que funcione.

Alec y Jane se encontraban en la biblioteca, discutiendo sobre el argumento de una obra de Virgilio. A ambos les gustaba la lectura. Pasaban gran parte del día leyendo juntos sobre el mismo libro para luego discutirlo. A pesar de sus diferencias respecto al vampirismo, la lectura era una de las cosas que los unía.

Segunda oportunidadWhere stories live. Discover now