42. El precio de la culpa

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Incómoda. Extraña. Rara. Enferma. Así se sentía Jane desde que se encerró en su habitación, luego de discutir con su hermano por culpa de Emmett.

¿Por qué estaba sintiéndose así? ¿Por qué se sentía culpable de burlarse? Él siempre la molestaba, ahora ella estaba mal por devolverle el golpe. La distancia con Volterra, la paciencia de Alec, la empatia de Carlisle, la bondad de Esme y la dulzura de Renesmee estaban afectando su frialdad y dureza. La Jane de antes no estaría pensando en Emmett, se habría limitado a torturar a alguien y distraerse jugando con su comida. La Jane de ahora no podía parar de pensar en cómo viviría la familia de Emmett sin él.

No quería que sucediera, pero a su mente acudian trágicos escenarios en donde un par de personas mayores, al límite de sus fuerzas, debian encargarse de internarse en el bosque para desepeñar las tareas de Emmett y llevar alimento a un montón de chicos jóvenes y escuálidos. Las personas mayores no eran capaces de resistir el invierno, sus fuerzas flaqueaban y los chicos quedaban huérfanos. Los chicos se dedicarían a ser matones a sueldo, peones de campo esclavizados y fácilmente reemplazables. Las chicas se casarían y trabajarían al lado de su marido o serían sirvientas en el mejor de los casos, de lo contrario, deberían prostituirse para ganarse el pan.

Asustada, se puso de pie para dejar de agitarse en la cama, y se dirigió a su estudio. En silencio, revisó todos sus libros contables, estudiando vagamente las finanzas de la familia, y las suyas con gran detalle. Si vendo unas joyas viejas e inservibles me darán una suma interesante y si a eso le sumo cuatro quintos de mi fortuna, la cifra será mayor. Con melancolía ella veía lo poco que le quedaría, ya no podría darse algunos lujos, aunque la causa validaba el sacrificio. Dejo las cosas en su lugar y salió del estudio.

Ver y analizar sus joyas fue una tarea dolorosa. Deshacerse de sus joyas implicaba desechar partes de su vida. Jamás lo admitiría, pero en el fondo ella es muy vanidosa, siempre le gusta vestir de acuerdo a la moda europea, encargar joyas de Londres, París o Roma. No tiene a quién lucir su ropa y joyas, pero su autoestima se elevacuando el espejo le devuelve la imagen de una gran dama inglesa que esta destinada a la soltería eterna.

A media mañana, mientras Alec, Renesmee, Esme y Emmett estaban hablando y comentando la gran noche de Carlisle, Jane tomó su bolso y su abrigo y se fue, tan silenciosa y discreta como siempre. La ciudad estaba despertandose cuando Jane llegó a una casa de empeño. Con profundo dolor, ella sacó una bolsa de terciopelo negro de su bolso, la abrió, exhibió sus joyas y comenzó a negociar para tratar de obtener una buena suma de dinero.

Una vez que finalizó esa dolorosa tarea, caminó hacia el banco y retiró casi toda la suma existente de su cuenta privada. El gerente del banco la miro extrañado, ya que ella jamás realiza movimientos tan grandes, sin embargo, ella le proporcionó algunas excusas vagas y una pequeña jaqueca para ser despachada rápidamente. Jane sentía como su bolso estaba abultado y pesado luego de llenarse con una gran cantidad de dinero en efectivo. No tenía miedo de que intentaran robarla, ella lo deseaba ya que podría defenderse y beber sangre humana sin que Carlisle la regañara.

Por desgracia nadie le prestó atención y Jane pudo llegar a casa sana y salva. Un largo y hondo suspiro escapó de sus labios antes de buscar a Emmett, quien se encontraba en su habitación. Sin decirle nada, plenamente consciente de su mirada naranja sobre su persona, Jane dejo el bolso lleno de dinero sobre el regazo de un confundido Emmett.

–Siento lo que dije –comenzó a disculparse Jane–. No debí burlarme de tu familia sin saber que tú eras su sostén. No sé por qué Carlisle te convirtió, pero estoy segura de que no lo habria hecho si hubiera sabido lo importante que eras para tu familia. Nunca volverás a ser parte de sus vidas, tú estás muerto para ellos –ella suspiró y dirigió su mirada al bolso–. Sé que nada logrará que ellos superen tu partida inesperada, sé que nada podrá hacer que vuelvas a ellos, pero espero que con eso ellos puedan vivir bien durante un tiempo.

Segunda oportunidadWhere stories live. Discover now