17. Peste negra

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Con el correr de los años los gemelos se volvieron más fuertes y poderosos. Habían sido los responsables de ganar batallas territoriales contra los demás aquelarres que querían adueñarse de Italia. En el mundo se habían producido algunos cambios. Los territorios se dividían en feudos, lo que fortalecia el poder de los reyes. El comercio se había expandido hacia el Lejano Oriente. Los mercaderes genoveses eran los encargados de traer diversas telas desde China e India para venderlas al resto de Europa. Los humanos gozaban de un buen momento, igual que los Vulturis, quienes habían ganado poder y respeto.

Los señores feudales se volvían más ricos, mientras sus siervos se empobrecian más. La volundad de la sociedad era doblegada por los sermones de una Iglesia que pretendía ser perfecta, aunque fuera corrupta. Todo parecía estar bien en el mundo, no obstante, nada es estático y todo puede cambiar en un instante.

Un extraño fenómeno estaba asolando al mundo. Los humanos estaban muriendo por causas inexplicables. Cientos de años despues se conocería al fenómeno como "Peste Negra", una de las pandemias que mató a un tercio de la población europea. Una pandemia tan letal donde ni siquiera los vampiros estuvieron a salvo.

Volterra, Italia, 1348

Jane y Alec habían encontrado un nuevo entretenimiento: la pintura. A pesar de que los colores eran limitados, ellos se ingeniaban para pintar cualquier cosa que llegara a su imaginación. Habían perfeccionado tanto su técnica que ya eran capaces de hacerse autorretratos. Jane seguía prefiriendo la música, aunque pintar también fuera bueno. Habían pasado cinco siglos desde su transformación en vampira y ella seguía odiando las labores femeninas como el bordado y el tejido, cosa que las esposas de los maestros y las guardias amaban hacer. Por otro lado, Alec se había vuelto más solitario con el correr del tirmpo. Evitaba a todos los guardias y solo toleraba la presencia de su hermana. Ambos se habían vuelto más cercanos y solitarios, también habían madurado y ya no sentían el deseo de escapar.

El tiempo pasaba y en el palacio Vulturi todos eran conscientes de dos cosas. La primera es que Jane era la fuerte y dominante, era increíblemente sádica y no tenía ningún tipo de piedad al usar su don. Ella solo sentía y demostraba afecto por su hermano, el único que podía derretir su corazón de hielo. La segunda, que Alec era fuerte y sumiso debido a que vivía a la sombra de su hermana menor. Él era más tranquilo y letal que su gemela. Con el tiempo comenzaron a llamarlo el antídoto de Jane ya que ella provocaba dolor y él anulaba los sentidos. Al igual que su hermana, solo demostraba sus sentimientos con ella.

Un suspiro captó la atención de Alec, quien levantó la cabeza para ver el rostro inexpresivo de su hermana menor. Él dejó a un lado la paleta y el pincel, parándose y caminando hacia Jane. Ella escuchó a su hermano acercarse, pero lo ignoró a pesar de que estaba abrazandola y acariciando su cabello.

–¿Qué tienes hermanita? Te noto algo distante –ella lo miró durante unos segundos y se acomodó entre sus brazos. Instintivamente, Alec la abrazó más fuerte.

–No lo sé, me siento extraña.

–¿Extraña?

–Diferente. Se que mi cuerpo esta aquí, pero mi mente esta en otro lugar. Siento que estoy perdiendo la cabeza.

–Eso si es extraño –ambos se quedaron en silencio reflexionando las palabras de Jane–. Lo mejor es salir y tomar aire fresco. Cazar un poco nos vendrá bien, eso siempre te anima.

–Tienes razón –asintió mientras su hermano retrocedía un paso para que ella pudiera levantarse. Al hacerlo, un fuerte mareo se apoderó de ella, haciéndola trastabillar. Alec la sostuvo y la miro preocupado.

–Jane...

–Estoy bien –susurró–, solo fue un mareo.

–¿Solo un mareo? Eres una vampiresa, estas cosas no deberían pasar.

–Necesito cazar, seguramente sea eso.

–Esto no es normal.

–¿Me llevarás a cazar o vas a seguir quejandote?

Alec rodó los ojos y tomó el brazo de su hermana para ayudarla a caminar, a pesar de que ella no lo necesitaba. Ambos tomaron sus capas y salieron del palacio luego de colocarselas. El aire invernal ayudó a la rubia a sentirse mejor. Alec vio con alivio como ella estaba más animada y la motivo a correr, con la excusa de llegar a Florencia lo más rápido posible.

Ambos se llevaron una gran sorpresa al llegar a la ciudad y ver a algunos humanos en el suelo, con las extremidades ennegrecidas. La enfermedad se iba adueñando de todo mientras los humanos entraban en pánico, preguntándose cuando acabaría la ola de muerte y dolor que los estaba azotando. Jane arrugó su nariz al ver el deterioro de los humanos. Alec aún no podía creer lo que estaba viendo.

–¿Por qué están tan enfermos?

–No lo se –contestó Jane, bastante desanimada y deprimida por lo que veía–. ¿Cómo sabremos que humanos matar si todos están enfermos?

–Debemos volver a palacio, los maestros nos dirán que hacer.

Un par de humanos se acercaron a ellos. Tenían ojeras, estaban sudorosos y olían a carne podrida. Jane sintió náuseas y su hermano la cargó para llevársela lejos de la ciudad. Los gemelos iban en silencio, completamente asustados y enfermos por la situación de los humanos.

Al llegar a palacio descubrieron que los humanos no eran los únicos que estaban mal. Algunos guardias estaban en el suelo, con un aspecto febril. Los gemelos se miraron rápidamente y se dirigieron a la sala de tronos, asustandose al ver a Marcus vomitando sangre, a Caius algo inconsciente y a Aro tosiendo.

–Maestros –susurro Alec con miedo.

–Oh, miren, los ángeles vinieron a buscarnos, ya podemos morir en paz –Aro comenzó a reír y trató de acercarse a los gemelos, sin embargo, sus fuerzas fallaron y terminó en el piso. Marcus se limpió la boca y los miró.

–Los humanos están enfermos y nos están contagiando a nosotros. Algo realmente grave debe estar pasándoles para que la enfermedad se expanda tan rápido.

–¿Por eso mi hermana esta algo débil y mareada? –Jane fulmino con la mirada a su hermano, no obstante, este la ignoró.

–Lo más seguro es que esa sea la causa. Somos vampiros y vamos a sobrevivir, lamentablemente nos sentiremos enfermos.

–Debemos evitarlo, no quiero volver a sentirme débil.

–Solo hay dos formas de evitar esta molestia: buscar humanos sanos o dejar de beber sangre hasta que la plaga acabe.

–No beberé más sangre –aseguró Jane con convicción.

–Tampoco yo –la apoyó su hermano.

–Entonces hay que resistir y rezar para que esto acabe pronto.

Los gemelos se fueron a sus habitaciones con la firme determinación de dejar de beber sangre, sin embargo, nada es tan fácil como parece. Los días pasaron y la fuerza comenzó a abandonar a los gemelos brujos. A pesar de que Marcus los motivo a ser fuertes, el tiempo se encargó de que cedieran a sus instintos y volvieran a alimentarse.

Primeron fueron los mareos, luego las náuseas, fiebre y sensaciones de malestar general. Las semanas pasaban y todos en el palacio empeoraban. Algunos tenían los labios, nariz y dedos completamente negros, igual que los humanos. Alec sufría delirios constantemente. Jane sufría dolor en las extremidades, lo que la obligaba a permanecer acostada en una cama. Los meses y los años pasaban, los humanos seguían muriendo rápidamente.

No sabían cuando sucedió, un día simplemente comenzaron a sentirse mejor. La sangre de los humanos volvía a estar limpia, pura y fresca, provocando que los Vulturis lentamente recuperarán sus fuerzas. La peste se fue de la ciudad, del país y del continente. Poco a poco, las personas retomaron sus vidas, tratando de superar el infierno de enfermedad y muerte que habían pasado.

Segunda oportunidadWhere stories live. Discover now