62. Conflicto de intereses

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Jane se apresuró en llegar a su habitación, temerosa de que Aro y Caius fueran a buscarla. Estaba lo suficientemente enojada para volver a verles la cara y continuar discutiendo.

Sin detenerse en ningún momento, subió las escaleras que la llevaban al piso de los maestros, sin embargo, al pasar por su antiguo piso vió a Benjamín merodeando con la niña en brazos. Lo fulminó con la mirada mientras se acercaba a él.

–¿Qué estás haciendo? –bramó–. Te dije que lleves a la niña a su habitación, no que la lleves en brazos por todo el palacio.

Al escuchar a Jane, Benjamín la observó con alivio, no obstante, al ver y escuchar que parecía molesta, el optó por enfrentarla. Él sabe que provocarla no es lo correcto, aún así decidió hacerlo y asumir las consecuencias.

—Mi deber es protegerte de cualquier ataque físico. En ningún momento me dijeron que eso incluye ser tu saco de boxeo emocional —apretó los labios y ladeo la cabeza–. Ve a buscar humanos y utiliza tu don, o busca a algún otro vampiro. Vuelve a hablarme cuando estes calmada —sin darle tiempo a contestar, depositó a la miña en sus brazos–. Soy el Jefe de la Guardia, no un niñero.

Con torpeza, aún impactada por la sorpresa, Jane sostuvo a la niña y observó como Benjamín se marchaba. Sacudió la cabeza mientras suspiraba y reflexionaba sobre sus palabras. En el fondo ella sabía que él tiene razón, pero su ego no le permitirá seguirlo para pedirle disculpas.

Sola y perdida, miró a su alrededor tratando de buscar algo que le indicara qué hacer con la niña. No podía dejarla en cualquier lado, abandonada a su suerte, eso sería negligencia. Jane desvió su mirada hacia Amalia, quien gimoteo en sueños. La rubia es una vampira, por lo que perfectamente puede cargarla en brazos durante horas sin cansarse, aunque eso no debe ser muy cómodo para Amalia.

En Volterra nunca hay huéspedes, por lo que todas las habitaciones están asignadas a un guardia. Ellos no suelen usarlas durante la mayor parte del día, pero no esta segura de que alguno sea capaz de ceder su cama para que una niña semi humana sea capaz de descansar cómodamente. Por un instante se le paso por la mente la idea de dejarla en su antigua habitación. No es un mal plan dado que Benjamín estaría cerca, al igual que Natasha. Con un gruñido de irritación descubrió que solo existía un lugar en que ella podría descansar sin que nadie la molestara: su propia habitación.

Solo los maestros y las esposas podían estar allí. Tal vez Corin y algún que otro guardia puede entrar de forma ocasional, pero hasta ahí. Ella es maestra, puede hacer lo que quiera. Ignorando las miradas escépticas de las esposas, Jane se dirigió a su habitación con seguridad, cerrando la puerta detrás de ella. Dejó a Amalia sobre su cama, cubriendola con una manta y acomodando la almohada bajo su cabeza.

Retrocedió procurando hacer el menor ruido posible, contemplando como el pecho de esa pequeña cosita sube y baja lentamente, acompasado al lento ritmo de su corazón.

Que bello debe ser dormir, poder aislarse del mundo y replegarse en el interior durante unas horas. Si pudiera, Jane daría todo lo que tuviera para poder ser humana durante un día y dormir como Amalia lo esta haciendo. Por desgracia eso es imposible. Jane esta condenada a una eternidad llena de insomnio, una eternidad donde sus pensamientos la acosan constamente, una eternidad de frío e indiferencia, una eternidad sin fecha de caducidad.

Al ver la sonrisa que se formaba en la sonrisa de la niña, Jane apartó la mirada con violencia, cruzando sus brazos sobre su pecho y dirigiéndose a la ventana. Contemplar el atardecer era mejor que verla dormir. Eso era insoportable y doloroso, ella solo es una molestia.

¿Cómo llegó a eso? ¿Cómo es que la vampiresa más sadica del mundo acaba convertida en niñera? Es ridículo, absurdo y estúpido.

Ella debería ser fría y distante, debería permitir que Aro y Caius se la lleven y la traigan dentro de años para hacerle experimentos. Eso es lo aue ella debería hacer, pero no, en lugar de eso, ella la deja dormir en su habitación y esta dispuesta a defenderla de cualquier peligro que amenace su integridad, aunque ello implique ir en contra de sus creencias y en contra de las pocas personas que aprecia.

Segunda oportunidadWo Geschichten leben. Entdecke jetzt