52. Clan Denali

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Carlisle estacionó delante de una cabaña de madera que parecía haber salido de un cuento de hadas.

Dicha cabaña tiene dos pisos con escaleras rústicas, dos balcones, uno en la primera planta y otro en el segundo piso y ventanas con marcos de madera oscura. La puerta principal se encuentra en la primera planta y es de madera oscura y todo estaba rodeado de nieve. A un lado había trozos de madera para la chimenea. También se podía ver que el auto de los Denali estaba estacionado a un lado.

Eleazar y Carmen salieron de la cabaña, tomados de las manos y con amplias sonrisas en sus rostros. Detrás de ellos, aparecieron tres jóvenes rubios. Los ojos de Jane se abrieron por la sorpresa al contemplar tanta belleza masculina concentrada en un solo lugar.

Jane nunca le había prestado atención a los hombres dado que eran humanos y menores que ella. Hasta el momento, nunca se había interesado en la anatomía masculina, pero esos tres jóvenes la dejaron sin aliento. ¿Cómo es posible que exista tanta belleza escondida en un lugar tan inhóspito?

El de menor estatura tenía el cabello rubio, lacio y corto. Sus ojos eran perfectamente dorados y su mirada poseía un encanto cargado de inocencia difícil de resistir, justo el tipo de hombre que podría hacerla perder la razón.

El más alto poseía un tono dorado en su cabello que podía competir perfectamente con el suyo. Era tan alto como Jasper y su silueta dejaba adivinar un cuerpo perfectamente torneado, escondido bajo una aburrida ropa gris. Su mirada era fria y analítica, como si estuviera estudiando detalladamente a los recién llegados.

El joven de estatura media tenía un sutil tono rojizo en su cabello rubio. Era el más atractivo de los tres, era una oda a las perfección masculina. Su rostro poseía una simetría perfecta, su cuerpo estaba bien proporcionado, con sutiles músculos en los lugares necesarios. Sus ojos, dorados como todos los presentes, parecían la miel más dulce que existe en el mundo. Ese par de ojos dorados eran un par de mares ámbar.

Indignada por lo que estaba sintiendo, presa de la vergüenza, desvió la mirada del trío de dioses dorados para concentrarse en lo que su familia estuviera diciendo.

️¡Por Dios, Jane! Eres una mujer seria, templada, ¡casi tienes doce siglos! No puedes actuar como una niña con las hormonas revueltas. ¡No eres una humana de dieciséis años que moja su ropa interior al ver a un chico lindo! Eres una vampira que se transformó a los dieciséis y que aprendió a dominar sus emociones. ¡Deja de actuar como una niña estúpida!

Irritada, Jane apretó los puños y miró con odio todo lo que la rodeaba, el odio la hará estar centrada y la ayudará a mantener una distancia prudencial con todo lo que la rodea.

–...y a ellos ya los conocen –indicó Carlisle-. Son Alec y Jane Cullen –los señaló el patriarca de la familia.

Jane frunció su ceño y ladeó la cabeza al escucharlo. Ella no se considera una Cullen, jamás decidió renegar de sus orígenes italianos. Es ciero que se adaptó al estilo de vida pacífico de los Cullen, pero ella siempre será una Vulturi por encima de cualquier cosa. Alec apretó la mano de su hermana, como si adivinara que ella estaba a punto de protestar y le pidiera calma. Un suspiro pesado escapó de sus labios mientras intentaba calmarse y evitar una discusión delante de un clan desconocido. En este momento, lo importante es no mostrar debilidad antes los extraños.

–Es un placer conocerlos a todos. Espero que nuestros clanes puedan ser amigos –pronunció con voz grave el chico de cabello rubio rojizo–. Mi nombre es Thomas y ellos son mis hermanos, Iván –señaló al chico de cabello rubio claro– y Karim –el chico de cabello rubio dorado asintió–. Eleazar y Carmen llegaron a nuestros clanes hace algunos siglos.

Segunda oportunidadWhere stories live. Discover now