Hermana de los hombres

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No se podía decir que había vuelto a la normalidad, palabra que sonaba inadecuada para cuando se hablaba de Cass, pero al menos ya volvía a compartir las comidas con el resto del colegio.

Para la última clase de astronomía antes de las vacaciones de invierno estaba pronosticado nieve. No importó la cantidad de hechizos térmicos ni las capas de abrigos que se colocaran ya que el frío les calaba los huesos y la nieve, la cual se derretía al contacto con los abrigos, les estaba mojando hasta la ropa interior.
Para cuando terminó la clase, Dora ya había comenzado a estornudar con ganas, por lo que Cass había decidido hacerse cargo de Teddy por sí misma, intentando que su madre no lo contagiara.
A la mañana siguiente, la metamorfomaga, algo despeinada y con la nariz más roja que una manzana, se dirigió, decidida y nerviosa, al cuarto de los muchachos aún oyendo la amenaza que Cass le había gritado antes de que cometiera la estupidez que estaba a punto de cometer.
Remus abrió la puerta del cuarto, enfrentando la maraña de cabello que era la castaña quien, con la voz gangosa por el resfriado, soltó, sin previo aviso, una sarta de idioteces que jamás nadie había escuchado de Dora.
-Me siento terrible Remus; lo siento mucho pero no creo que la cena sea muy animada ho...hoy ¡Ashu!- estornudó cubriéndose la boca con las manos-. Si quieres ir a la fiesta en vez de quedarte lo entiendo perfectamente- continuó diciendo mientras caminaba de espaldas, alejándose. Tropezó con sus propios pies y se puso de pie enseguida para continuar corriendo hacia el cuarto de mujeres sin dejar siquiera que Remus respondiera.
Cass negó en desacuerdo mientras que la mayor se sonaba la nariz con fuerza, poniéndose de pie mientras giraba los ojos. Se estiró cual gato, pues había permanecido en su cama todo el día para estar en óptimas condiciones en la noche, y caminó a paso lento hacia la puerta del cuarto, aún envuelta en su abrigado pijama y sus pantuflas peludas.
-¿a dode vas?- preguntó Dora con las cejas juntas volviendo a esconderse entre sus sábanas y frazadas.
-a arreglar el estropicio que acabas de hacer. Tú quédate donde estás abuelita y ponte un poco mejor que luego te meteré en esa ducha para que no apestes cuando veas a Lupin- respondió saliendo del cuarto antes de que Dora pudiera siquiera pensar en detenerla.
Bajó las escaleras con pequeños saltitos hasta la sala común y observó a sus ocupantes, asegurándose de que Remus no era uno de ellos mientras se dirigía, a paso lento, hacia el cuarto de los muchachos, probando suerte.
Golpeó la puerta tres veces y se dispuso a esperar rogando por que fuera él o James quien abriera, pues no tenía ningunas ganas de dirigirle la palabra a Peter Pettigrew pero menos de discutir con Sirius. Sin embargo, nadie podía decir que era una chica con suerte y la melena oscura de Sirius se asomó por la puerta.
Cass perdió el habla por un segundo al ver sus ojos grises tan de cerca pero con una respiración lenta volvió a concentrarse.
-¿está por ahí Remus?- pregunto tan educadamente como pudo.
Él negó con la cabeza apoyándose en el marco de la puerta.
-ha salido hace unos cinco minutos, creo que lo escuché hablando con Dora y luego murmuró algo pero no lo escuché bien y no sé a dónde fue- respondió de la misma forma que ella. Se dijo que después de todo si podían tener una conversación civilizada.
-de acuerdo, gracias- respondió con una sonrisa falsa y luego volteó y bajó hacia la sala común. Se devanó los sesos pensando donde podría estar y dió unas cuantas vueltas por el cálido lugar. Justo cuando estaba por rendirse y volver al cuarto con la cara larga, el licántropo atravesó el agujero del cuadro de la señora gorda y Cass se levantó de un brinco de su lugar.
El castaño llevaba un botellín en la mano y miraba en torno a la sala común. Al verla sonrió y se acercó a ella como si la estuviera buscando.
-Cass- murmuró al llegar hasta ella- ¿puedes darle esto a Dora y decirle que la estaré esperando en la sala común esta noche? ah- agregó- y dile también que no quiero ninguna excusa- agregó con una tímida sonrisa.
-por supuesto- respondió quitándole la botella de la mano-. No dejaré que falte Remus, tu no te preocupes, yo me encargo- dijo sonriendo fingidamente y corriendo hacia el cuarto de las mujeres donde Lily, Mary y Marlene ya comenzaban a cambiarse.
Le entregó la poción a la castaña y la observó con los ojos entrecerrados, ordenandole tomarlo sin necesidad de utilizar las palabras. Observó los atuendos de sus compañeras de cuarto, ella aún no decidía el suyo y sabía que aún no necesitaba decidirlo, pues pensaba esperar a que ninguna de ellas, a excepción de Dora, se encontrara allí y con esas salió a dar un paseo por Hogwarts para dejar pasar el tiempo.
Llegó, sin ser enteramente consciente, a uno de los corredores poco transitados de la primera planta; estaba algo sucio y olía a humedad. Lo reconoció como el lugar donde Marcus Flint y algunos de sus "amigos" la habían hecho unos cuantos cortes luego de una larga lucha con varitas de la cual, los otros cuatro Slytherins, también salieron bastante malheridos.

DarknessWhere stories live. Discover now