Matame a mi

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Se tardaron más de cuatro meses y medio en conseguir hacer el nuevo fidelio, no querían complicarle la vida a ninguno de los muggles que vivían en el mismo edificio que Sirius por lo que el hechizo no debía extenderse a todo el terreno sino solamente a su apartamento y eso era algo a tener en cuenta que a Cass, con la poca concentración y paciencia que había demostrado los últimos días, le había dado más de un quebradero de cabeza.

Decir que estaba irritable era poco, si antes tenía mal humor, para entonces este llegaba a niveles insospechados y la mayoría de los habitantes de la residencia Potter huían despavoridos al ver su rostro de malas pulgas, pues preferían no discutir con ella y, cuando estaba de esa forma, discutía por todo.

Gracias a Sirius, que se sentaba a un lado de su novia hora tras hora para estudiar aquel hechizo y que le llevaba postres dulces y café siempre que algo se complicaba era que la convivencia no se hacía completamente insoportable y a mediados de Febrero, Cass emergió de la sala de la cual había acabado por apropiarse con una sonrisa y de buen humor. Más de uno creyó que Sirius le había dado alguna poción porque no la veían así desde hacía muchísimo tiempo.

-está listo, solo nos falta decidir quién será el guardián- anunció con un suspiro.

-no tienen nada que pensar, yo- respondió Dora.

-ni hablar- respondió Remus-, yo seré el guardián, tú sirves más estando viva, vienes del futuro.

-de ninguna manera, he viajado al pasado para salvar tu vida ¿crees que dejaré que la arriesgues? estás desvariando Lupin.

-no se hable más- alzó la voz James viendo que su amigo volvería a responder-. Cass, tu eres mi guardiana y mi mejor amiga; Sirius, tú eres mi hermano y la única familia que me queda. Yo seré su guardián.

-me opongo- habló entonces Sirius-. Te perdí en el futuro de Cass, no me arriesgaré a perderte también en este futuro. No, definitivamente no.

-entonces lo haré yo, no hemos estado tan relacionados como tú y James...- comenzó Regulus pero Sirius negó con efusividad tan pronto como comenzó hablar.

-¿qué te pasa? ¿es que te has vuelto loco? no hay manera de que te permita hacer algo como eso. No, regulus, hablo en serio.

-no me puedes prohibir nada, ya soy mayor de edad- replicó el menor.

-ya lo hago yo, Cassandra me ha salvado la vida así que tengo una deuda con ella y a ninguno de los dos les preocupo demasiado. Además, nadie, en su sano juicio, creería que yo soy su guardián secreto, jamás me prestaría a algo así para el tarado de Black- los sorprendió a todos Snape.

Sirius rogó que Cass no aceptara, pero siendo honestos, Severus tenía un muy buen punto y era una oferta casi irresistible. El mago tenía un don particular para la oclumancia y la bruja confiaba en Snape con fe ciega por lo que él tendría que aprender a confiar por las buenas o por las malas. Quizás, la mejor forma de hacerlo era poniendo su vida en sus manos por lo que no se opuso sino que se abstuvo de emitir cualquier comentario, agradable o desagradable. Al fin y al cabo le había prometido a Cass que intentaría llevarse mejor con el muchacho y eso era lo que pensaba hacer aunque fuera lo último que hiciera.

Para el primero de Marzo, Cass y Sirius finalmente volvieron al apartamento. Pasaban la mayor parte del día en la residencia Potter pero dormían a solas, cómodos, y si Cass quería estar sola una tarde, tenía la posibilidad de hacerlo lo que había acabado con el insomnio, el mal humor y poca concentración. En pocas palabras Cassandra Carpenter, o Cunning, volvía a hacer una luz para la invención y utilización de hechizos.

-tengo que ir a esa cueva- dijo Cass por enésima vez, ya harta de negativas y estancamiento, en la reunión de la Orden.

-que nos tenderán una trampa y acabaremos muertos- respondió Dora, quién continuaba con la misma cantaleta de siempre.

DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora