Darkness

hay muchas cosas que me caen mal de ti

Todo comenzó a volver a la normalidad poco a poco; muy poco a poco. Cass y Sirius habían decidido volver a mudarse a la casa de James por un tiempo, pues sabían que tanto el muchacho como Marlene los necesitaban bastante en esa situación. Dora también sabía muy bien lo que estaban sintiendo pero, a pesar de que quería ayudar con todo el corazón, no era tan buena para manejar sus experiencias y mentir cuando fuera necesario.

Sirius había hablado mucho con James, pocas eran las veces que salían de la habitación para algo más que satisfacer sus necesidades básicas. Cass se había pasado algunas tardes con ellos, otras veces era Remus el que se entrometía; Lily entraba solo cuando Sirius le daba permiso, con eso ambos intentaban evitar alguna pelea entre la bruja y el mago quien, la mayoría de los días, parecía dispuesto a lograr que todo el mundo lo odiase.

Marlene había salido de su cascarón mucho antes que James. Había necesitado cuatro días de aislamiento con Cass, escuchando diferentes historias de su pasado, se había alimentado de la experiencia ajena y había hecho todo lo que estaba en su mano para sentirse mejor consigo misma y con lo que había hecho. Esos cuatro días había llorado como una magdalena y Cass no la había regañado por eso, más bien le había dicho que lo sacara todo hacia afuera de una vez por todas para no cargar con eso por años y que la atacara en momentos decisivos.

Para la última semana de Junio finalmente llegaron las visitas; James había comenzado a socializar otra vez y Cass y Sirius se sentían mucho más tranquilos: habían recuperado a su mejor amigo, quizás no tal y como lo tenían antes, pero ya no estaba perdido, solo estaba más maduro y un poco más serio.

La herida de su pierna, sin embargo, no había sanado con ninguno de los hechizos de Cass por lo que aún cojeaba. Lo habían tratado de la manera muggle, o al menos eso había hecho Lily ya que era la que más sabía sobre todas esas técnicas extrañas y dolorosas. La bruja se había esforzado en recuperar totalmente su hueso primero al cual le faltaba un trozo del tamaño del carozo de una cereza, luego había comenzado a juntar la piel, cosiéndola.

Esa fue, probablemente la peor parte, Cass había optado por desmayar a James quien se había puesto nervioso de solo ver la reacción de quienes lo rodeaban. Sirius había abierto los ojos de par en par al ver la aguja, Marlene había soltado un grito y Regulus había hecho cara de asco.

Aureline, por otra parte, se había alejado hacia el rincón opuesto como si quisiera poner toda la distancia posible entre ella y la aguja recientemente esterilizada que sostenía Lily, Remus había tragado grueso sabiendo lo que dolería. Los únicos que no habían hecho ninguna muestra tan obvia eran Severus y Cass, quizás había sido la sonrisa de Snape lo que lo había puesto tan nervioso, pues seguía sin creer que fuera posible confiar el uno en el otro, y en ese caso en particular, tenía muchas razones para desconfiar.

Luego de semanas en cama, aguantando el dolor de los puntos con estoicismo, había llegado la hora de sacarlos y a pesar del miedo que les tenía, esa vez se había mantenido despierto y, para su propio orgullo personal, no había gritado ni una vez. Sin embargo había tenido que utilizar bastón para poder mantenerse en pie porque el hueso continuaba doliéndole un poco al verse presionado por el peso de todo el cuerpo de James. Por lo aquel día, cuando Frank y Alice decidieron visitarlos, la bruja lo detuvo antes de que bajara las escaleras trabajosamente, pues quería hablar con él a solas.

Se dirigieron lentamente hacia el cuarto del mago donde se sentaron uno frente al otro: Alice en la silla, James en la cama, con la pierna cuidadosamente apoyada en el colchón sin flexionarla de más ni tenerla demasiado tiesa.

-¿qué ocurre Alice?- preguntó él, viendo el nerviosismo de la bruja que se había mantenido en silencio por más de cinco minutos.

-tu ya sabes que mi padres ya...- comenzó a hablar.