Es una garantía

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Cass despertó sobresaltada esa noche. Notó que no había despertado a Sirius lo que era un alivio, pues quería estar a solas.

Diciembre había llegado con mucho frío, más del que habían pronosticado para ese año. La nieve se acumulaba fuera de las ventanas empañadas luego de todo el calor que habían convocado a la habitación; Cass se sentía extraña la madrugada de aquel viernes, tan extraña que con suerte había conseguido dormir unas dos horas.

Se encerró en el baño, creyéndolo el sitio más seguro y se aferró a la bacha como si estuviera a punto de desplomarse. Se mantuvo en completa quietud por unos minutos antes de alzar su rostro hacia el espejo: estaba pálida y sudada, su cabello era un desastre, debía agradecerle eso a Sirius que se había dedicado a despeinarla. Miró directamente a sus ojos celestes cielo, se veían vacíos y sin vida, luego de todo lo que había visto, habían dejado de brillar.

Tragó saliva y se mojó el rostro intentando despejarse, intentando concentrarse en el agua helada que le congelaba las manos y el rostro recién salida del grifo en vez de en sus extraños y revueltos sentimientos. Se dijo que ya sabría bien lo que pasaba con ella cuando hablara con Dora al día siguiente y volvió a la cama; probablemente hubiera tardado más en hacerlo si no hubiera estado desnuda en un apartamento tan frío.

Para cuando Sirius la despertó con el desayuno en una bandeja se dijo que tenía que actuar normal, aunque actuar nunca había sido lo suyo. Él se dió cuenta en seguida pero decidió ignorarlo, si Cass no quería hablar de eso era mejor no presionarla, ya le diría la verdad cuando estuviera preparada o fuera en momento. Cassandra se lo agradeció en silencio mientras comía su desayuno aún entre las sábanas.

-siento que deberíamos quedarnos así. ¿Podríamos ir a la casa de James un poco más tarde hoy?- preguntó la bruja acercándose al pecho de su novio para acurrucarse allí. Sirius sonrió y la abrazó con fuerza, como si no la quisiera dejar ir jamás.

-por supuesto que podemos ir más tarde Cass, pero ¿qué es lo que pasa? Estas un poco rara- preguntó con cuidado.

-no lo sé, son muchas cosas... y tengo esa sensación en el pecho, como si fuera un mal presentimiento. Solo déjame pasar este rato contigo- acabó diciendo, acercándose a su novio tanto como era posible y abrazarlo con más fuerzas.

Sirius no dijo nada, simplemente la sostuvo y rezó internamente por que su mal presentimiento no se cumplira como solía hacerlo o tendrían un gran problema entre sus manos, un problema que probablemente involucrara a Voldemort, sus mortífagos, y muchas muertes.


En casa de James todos parecían saber que algo andaba mal, se palpaba en el aire y Sirius no pudo evitar preocuparse al entrar, quizás había habido un ataque, quizás alguien había muerto, quizás estaban en peligro.

Pero no había ocurrido nada, Regulus, Remus y James se lanzaron hacia Sirius, a abrazarlo y a comprobar que estaba en perfecto estado. El muchacho no entendía nada y simplemente miró a su alrededor esperando alguna explicación. No la encontro hasta que los muchachos dejaron de abrazarlo a él y se fueron a abrazar a su novia.

-solo nos quedamos en la cama una o dos horas más y ustedes ya creen que estamos muertos, cuánta fe que nos tienen; me siento orgulloso de mi mismo por haber permanecido vivo hasta ahora de pura casualidad- se quejó en voz alta para que sus hermanos, el verdadero y el falso, y su amigo Remus lo oyeran con claridad.

-solo nos preocupamos un poquito- señaló James juntando su pulgar y su índice.

-si, un poquito- respondió Marlene por lo bajo, sarcástica.

-James y tu hermano se estaban trepando por las paredes y terminaron preocupando a Remus- los delató Lily ganándose dos miradas enfurruñadas-. Estoy embarazada, tengo derechos especiales- alegó riendo y escondiéndose detrás de Marlene.

DarknessWhere stories live. Discover now