Ya no soy el mismo

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No podía decir que había silencio exactamente; se oían los lamentos de todas aquellas familias que habían quedado rotas, de todos esos magos y brujas que habían perdido amigos, sin embargo Sirius no escuchaba nada, escuchaba solo silencio, un silencio ensordecedor y oscuro que se instalaba dentro suyo mientras observaba el cuerpo de su padre tendido en el suelo; no había lágrimas, no por su parte, jamás había sabido reaccionar a las pérdidas de una manera adecuada, nunca había aprendido a llorar cuando lo necesitara. Se preguntó si el vacío que sentía en su pecho era por su padre, se dijo que sí aunque en lo más profundo de su corazón sabía que se debía a algo más incluso si no sabía a que.

Regulus tampoco lloraba, se había sentado a un lado de Orion y había tomado su mano, como si no estuviera fría, como si no estuviera muerta. Incluso él, con su escaso conocimiento sobre los sentimientos, estaba enfrentándose a ellos de una manera bastante más sana que su hermano mayor, sin negar que se sentía triste.

Otro cuerpo fue depositado a un lado de Orion, su larga y espesa cabellera castaña se esparcía por el suelo y mantenía los ojos cerrados, sin embargo se veía en paz, con su acostumbrada sonrisa pequeña en los labios; el silencio se hizo más espeso para Sirius y el dolor más profundo; su prima favorita, la que siempre había estado para él, ya no estaría más.

Regulus desvió su vista hacia Narcisa quién intentaba contener las lágrimas sin mucho éxito. El muchacho se puso de pie y abrazó a su prima con todas las fuerzas que tenía repitiéndole una y otra vez que todo estaría bien y que, de tener que llorar, estaba bien hacerlo.

-la niña, la niña estaba con Andy, no sé donde está, la perdí de vista- decía con desesperación abrazando el pecho de su primo con fuerza, acercándose a él tanto como su prominente vientre de embarazada se lo permitía.

-¿Dorita?- preguntó Sirius, cuando su silencio finalmente fue roto debido a la nueva información que estaba recibiendo.

Narcisa asintió, lo único que podía hacer por su hermana fallecida, a la que había negado por tantos años para luego encontrar que había hecho lo correcto, era cuidar de su hija y darle todo el amor que su madre no podría darle, en cambio, la había perdido de vista y quien sabía que le habría ocurrido.

-tu quedate con Cissy, yo iré a buscarla- dijo Sirius, levantándose de su puesto en uno de los bancos y caminando hacia la puerta del gran comedor con rapidez. Sin embargo no hizo falta que se esforzara demasiado, al llegar a la puerta chocó con Remus quien traía a la niña de la mano.

Sirius sintió que podía volver a respirar, Nymphadora estaba bien, o al menos a salvo. La niña se deshizo de la mano de Remus y corrió hacia su tío, finalmente un rostro conocido, abrazando su cuello tan pronto como él se acuclilló, quedando a su altura.

El mago dejó que la niña escondiera el rostro en su cuello, era tan pequeña y había visto y vivido tanto, eso no tenía que pasar, eso no debía ser de esa manera pero ya no había mucho más que hacer además de amortiguar la caída tanto como fuera posible aunque perder a su madre no lo haría parecer un paseo por el campo exactamente.

-Gracias- murmuró Canuto hacia Remus quien asintió dejando de verlo a los ojos, finalmente. Sabía, por la mirada en el rostro del animago, que nada estaba bien y en lo único que Lunático pudo pensar fue en James.

-¿y James?- preguntó con cuidado.

-no lo sé, aún no lo he visto- respondió viendo a su alrededor, sintiendo un pinchazo de culpa al no haber notado su ausencia antes.

-Sirius ¿estás bien?- continuó con su interrogatorio el hombre lobo, siendo directo y esperando honestidad de parte de su amigo quien tragó con dificultad y negó levemente con la cabeza-. ¿En qué te ayudo?- ofreció entonces.

DarknessWhere stories live. Discover now