Kreacher prefirió obedecer a la sangre sucia porque Kreacher tenía miedo

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Para Cass fue como despertar de una pesadilla para continuar viviendo en la pesadilla que era la realidad. Notó que salía de la inconsciencia cuando las sensaciones comenzaban a hacerse más reales: el frío provenía de su ropa mojada y el ambiente húmedo, no de su interior; el dolor se desvanecía para dejar lugar a un cosquilleo incómodo y un pinchazo insistente en el hombro sobre el cual había caído, aunque no recordaba haber caído a ningún lado.

Se le hacía obvio, de todas formas, siendo que estaba acostada sobre la piedra que hacía la función de isla, en una posición extraña. Creía, mayormente por el tipo de dolor que se había apoderado de ella al volver a la conciencia, que se había quebrado más de un hueso, cosa que hubiera sido imposible de evitar a juzgar por la irregularidad del "terreno".

La cabeza, no obstante, le seguía martillando de una manera horrible pero, cuanto menos, ya podía ver la oscuridad reinante con seguridad de que aquello era lo único que se veía allí dentro; tercia, densa y aterciopelada oscuridad.

También podía oír, oír el silencio antinatural a su alrededor en vez del molesto pitido intenso que había amenazado con enloquecerla mientras consumía esa poción. Además no había ningún recuerdo, real o inventado, que invadiera su mente.

Por suerte o por desgracia, para ese momento lo único que sentía, era sed.

Abrió los ojos una vez más luego de varios pestañeos rápidos, acostumbrándose a la oscuridad reinante y divisando, cerca de la única fuente de luz verdosa, al arrugado y feo rostro de Kreacher, quien la observaba sentado en una roca, esperando a que se despertara para poder salir de allí de una vez por todas pero sin tocarla, porque aún continuaba siendo una sangre sucia y tocarla sería una deshonra tanto para la familia para la cual trabajaba como para sí mismo.

Cass intentó ponerse de pie pero le tomó más esfuerzo del habitual incluso moverse hasta estar de espaldas al suelo. La debilidad no se había ido, eso era más seguro que la existencia de la cueva en sí. Continuaba sintiendo ese cansancio anormal que ponía sus extremidades más pesadas que si estuvieran hechas de osmio puro. Sin embargo, Kreacher no se dignó a ayudarla, a darle la mano o, como mínimo, una palabra de aliento sino que se quedó en su roca, observándola hacer todos aquellos esfuerzos inútiles y agotadores por moverse, con mirada crítica.

-tengo sed- fue lo único capaz de decir.

-la sangre sucia nos pide desobedecer- masculló el elfo-. Kreacher no debe tocar el agua, a Kreacher le ordenaron no tocar el agua.

-quiero agua Kreacher- repitió, furiosa con el elfo poco colaborativo.

-Kreacher no puede- volvió a responder, obedientemente, negando con la cabeza de un lado al otro, pues al fin y al cabo incluso parecía disfrutarlo.

Cass bufó enfadada, desesperada de sed, por lo que, sin pensar correctamente las cosas, se arrastró hacia el lago tan rápido como sus pocas fuerzas se lo permitían lo que era realmente lento, como los andares de un caracol anciano. El elfo, sin embargo, previendo el problema en el que estarían envueltos de tocar las oscuras aguas, la tomó de los pies con fuerza, obligándola a detenerse.

-la sangre sucia no puede tocar el agua- croó el elfo, tirando de ella hacia atrás con fuerza.

-la sangre sucia tiene sed Kreacher, deja de molestar- gruñó ella, adolorida por los tirones y quebraduras.

-la sangre sucia debe recordar las manos muertas- continuó diciendo, esforzándose más en hacerla retroceder.

La mente de la bruja se aclaró entonces, como si de repente sus ideas se hubieran acomodado haciéndola ver que los estaba guiando a una muerte segura tanto al viejo elfo doméstico como a sí misma y dejó de luchar contra Kreacher, quien perdió el equilibrio y cayó al agua, al otro lado de la isla.

DarknessWhere stories live. Discover now