Número 12 de Grimmauld Place

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James había despertado alegre el sábado; alegre pero cansado por lo que antes que nada se removió y desperezó en la cama, estirando los músculos con pereza y, por fin, se levantó.

Remus ya estaba despierto y leía un libro sentado sobre la cama poniendole poca atención. Su baúl descansaba perfectamente acomodado a un lado de la cama, recordandole, sin necesidad de palabras, que él también tenía que acomodar sus cosas.

Se acercó a la cama de Sirius con paso cansado, lo tomó de un hombro y lo removió para que despertara pero el muchacho lo apartó como si fuera una mosca extraordinariamente molesta -por no decir gigante y con inusitada fuerza- para volver a dormir. Conociendo a su mejor amigo como lo conocía se dirigió hacia la puerta del baño para darle unos cuantos golpes a la madera; Canuto finalmente despertó, observando hacia todos lados antes de murmurar unas cuantas palabras malsonantes a James por haberlo despertado de esa forma tan cruel para dejarse caer contra la almohada una vez más.

-no, Canuto, tienes que armar el baúl; tus padres se pondrán hechos una furia si no llegas en el expresso. Venga arriba- ordenó; Sirius se dijo que, de haber estado convertido en Canuto, le hubiera obedecido.

-se me parte la cabeza James- se quejó cubriéndosela con la almohada.

-deberías haberlo pensado antes de emborrachar a todos los alumnos- pincho Remus, sin embargo Sirius lo miró con rostro desconcertado-. ¿Qué? no me digas que ha sido James.

-ninguno de los dos lunático, ha sido Cass. Ni siquiera yo podía creer lo que veía pero ahora ya sé que hacer la próxima vez que queramos alcohol- sonrió James acercándose a Peter al ver que Sirius comenzaba a estirarse para levantarse de una vez por todas.

Se tomó la cabeza entre las manos y buscó su varita a tientas, sabiendo que había un hechizo para empacar sus cosas pero sin recordarlo en absoluto; se dijo que le pediría a Fleamont la receta de la poción que usaba para quitarles la resaca cuando tanto James como él estaban en su casa y que aprendería a hacerla a la perfección.

Sirius se metió en la ducha antes de que James o Peter tuvieran oportunidad de detenerlo y se mojó la cara con la esperanza de que aquello lo aliviara un poco aunque no funcionó en lo más mínimo. Al salir vio a Remus sonriendo mientras observaba, con cierta burla, como James y Peter corrían por toda la habitación guardando sus cosas abolladas dentro de los baúles, Sirius esbozó una sonrisa a pesar de la jaqueca, probablemente la última sonrisa hasta volver a Hogwarts, y observó al licántropo mientras sacaba su varita.

-lunático- comentó con pereza, esperando a que James terminara de echar en su baúl la última prenda- no se ellos pero ya que yo si soy mago, aprovecharé mi magia. ¿Recuerdas cuál era el hechizo para que todo se empacara solo?

-bauleo- respondió sorprendido porque Sirius lo hubiese notado, pretendía burlarse de ellos cuando todos hubieran terminado pero su amigo le había ganado de mano.

Canuto agitó la varita y todas sus pertenencias flotaron hasta el baúl el cual se cerró sin problemas bajo las estupefactas miradas de James y Peter quienes no creían haber estado corriendo desesperados cuando podían hacerlo así de sencillo.

Dos golpes secos lo despertaron; miró a su alrededor observando su cuarto en Grimmauld Place con unos cuantos banderines de Gryffindor colgando de las paredes; los golpes se repitieron con más violencia y él decidió que lo mejor sería responder y bajar a desayunar de una vez.

-ya estoy despierto, bajo en un momento- dijo en voz alta aunque le salió ronca debido al sueño. No hubo respuesta, sin embargo no se animó a dejarse caer en la cama otra vez, no quería arriesgarse tan pronto a ser sacudido por la furia de su madre.

DarknessWhere stories live. Discover now