Un mérito entre tantos

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Merecidas las risas que abarcan pasillos enormes cuando la felicidad corre por las venas de quienes han de saber que hay vida dentro de sí mismas, merecidos los engaños para las personas que no entienden que el conocimiento y sus luces son la verdadera razón para ser subversivos y muy merecido el amor para los que escuchan primero el latido del corazón que las palabras vanas.
Merecida la necesidad de llorar en quienes reconocen culpas necesarias y secan sus lágrimas con suavidad para no alterar esa cascada de emociones. Merecido el momento en el que los regalos se vuelven caricias, las caricias cartas hechas de aire y espuma que crece sin necesidad de alterar momentos dóciles.
Merecida la mirada hacia ninguna parte que atestigua la ventana y que registra el atardecer, porque esa mirada a ninguna parte es la mirada hacia el interior, merecido el cálido aliento del viento que trae consigo viajes que nos rozan las vestiduras todos los días, viento cargado de susurros y tierra de incomparables caminos.
Merecidas las caídas fuertes y las heridas escandalosas porque son el resultado de la razón ilustre que reviven los sentidos, merecida la necesidad de dormir sin querer levantarse solo hasta cuando el sueño decida que estuvo bien recordar lo que no puede ser más que en la quimera de las mentes que, reaccionan con los pequeños detalles.
Merecidos los besos espontáneos porque son más sinceros y cargados de adrenalina que los que se dan por obligación y costumbre. Merecida la pérdida de la razón cuando el cuerpo habla más que la mente y hace de las suyas en la piel de quien lo acompaña, muy merecido el ímpetu del valiente que acepta, espera y respeta.
Merecida la espera porque se vuelve más ansioso quien tiene un destino y quien no, merece su pérdida para encontrarse en nuevos caminos que resalten en su anatomía y se acomoden al calor de su alma. Merecidas las experiencias de quienes escogen varios caminos y sus pluralidades porque ellos manejan esos diferentes ángulos que la monotonía no.
Y merecido, muy merecido el amor de quien prepara su alma para sentir como nada, como a nadie, merecido el "te amo" y merecidas las imperfecciones de la persona que, así, se convierte en perfecta.  

PUNTOS SUSPENSIVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora