El gusto es mío

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Es un gusto decirle que usted ha tenido la oportunidad de vivir, de conocer y de ser. Un gusto decirle que ha marcado la vida de una persona, de cualquier persona, ¿qué importa quién sea? Le anticipo que no me conoce, que usted es un imaginario, pero que comparte y que no me comparte, que ve la puesta del sol conmigo pero que se duerme solo en las mañanas.

Le cuento que hace mucho le escribo, que sé que las cartas no le llegan porque se queman en el camino, es que le digo que la tinta es chispa, porque las palabras arden y no hay vacío, a cambio hay fuego.

Le corrijo, no me diga loca, dígame enamorada; enamorada de nada y de todo, de mucho y de poco, de lo que veo y lo que imagino, pero más de lo que poco imagino y al final no es nada. Quiero convencerlo de irse a dormir al final del cuento, no del día, le prometo que lo arrullaré pero prométame que me cuidará porque si hay algo en la vida que he hecho es cuidarle y usted aún no existe.

Le recuerdo que usted es una luz verde, que se ha encargado de darme paso, de clavarse en mí, de volver la sangre negra cuando se va y devolverle ese rojo cereza cuando regresa. Que me salva aunque me cueste aceptarlo y que me hunde cuando mis oídos si necesitan sus ondas.

Entonces, siempre será un gusto conocerlo de nuevo, todos los días, como si fuese real en las noches y una sorpresa en las mañanas. Pero le aclaro que busco salidas y tiendo a perderme, entonces déjeme por ahí en cualquier esquina que seguro volveré, perdida.

PUNTOS SUSPENSIVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora