PUNTOS SUSPENSIVOS

Complicidad

Y fue sutil, con el primer suspiro reconoció que había cambiado hasta el color de sus ojos, con ese primer suspiro y con algunos recuerdos, hasta las lágrimas se asustaban. Con la mirada fija y un poco tímida o coqueta, que importa, el mundo iba moviéndose a su ritmo, se permitió sonreír sin que fuese puramente un movimiento, sonreía desde el alma dejando algo de imaginación para alimentar los sueños.

Consciente de las miradas ajenas y los abrazos ocultos, resucitó para confiar en lo que sentía mientras la lejanía entre su espacio y ese otro se borraban, porque aun cuando los espacios estaban apartados, nunca nadie le regaló un camino fácil, y así era mejor.

Porque con cada mirada valía la pena sostener la ilusión, con cada palabra la esperanza de los hechos y con cada hecho valía la pena seguir entreviendo lo que podía ser perfecto para ella, para ellos, simple, tan real como la vida misma. Así, era prudente recordar que alguien alguna vez le dijo que estábamos hechos de historias, tal vez, era hora de empezar a escribir una nueva, de esas que vengan como cuentos de bolsillo y que se puedan releer fácilmente, todos los días.

Entonces, al pasado le agredió cuando decidió jugar diferente, cuando empezó a arriesgar lo que prevenía por lo que sentía mientras se enfrentaba a un desequilibrio de felicidad exquisitamente inquietante, mientras esperaba sin buscar, mientras encontraba sin afán y con sorpresa.

Y hasta las partes que creía más difíciles fueron diluyéndose entre lo que reflejaba su cuerpo mientras su mirada estaba en otros ojos, porque recordó que la vida daba opciones y vientos, así, mientras ella elegía, sin saberlo, esa otra mirada la llamaba, como si el camino estuviese lleno de anónimos brotes, brotes de nuevas sensaciones, emociones.

Decidió no ser fugaz, decidió ser algo que valga más que un instante, decidió leerle en la poesía y escucharle mientras su corazón latía. Decidió la complicidad de una mirada eterna.