Saber morir para vivir

7 1 0
                                    

Me extraño. Sin saber que estaba en el límite ya había tocado fondo. Sin empezar a amar si quiera ya había sufrido por amor. Sin saber que dolería ya el daño estaba hecho y era rojo. Sin entrar en mí para rescatarme ya algo externo había entrado, y lo había dejado entrar yo misma. Sin importar que el suelo estuviera frío ya había sido mi refugio de algunos minutos y horas. Sin mover un solo dedo mis manos ya habían movido más de lo que habría querido y menos de lo que merecía. Sin haber encontrado heridas justas para mi corazón me conformaba con rasguños. Cualquier día, en cualquier momento había una oportunidad.

Porque ya no estoy y me extraño. Porque ya no soy y me duele. Porque ya no existo cuando quiero gritar porque no hay voz. Porque ya no tengo ni te tengo, es más, ni me tengo. Porque ya no duermo aun cuando quiero. Porque anhelo suspirar hacia un sueño eterno y no lo encuentro. Porque vida no hay dentro de mi vida. Porque coincido con el infortunio como si fuéramos imanes. Porque el color gris me prefiere cuando el blanco me olvida. Porque te amo cuando no debo. Porque me frustro mientras avanzo. Porque respiro sin respirar y camino sin mirar. Porque ya no estoy, no soy, no son, no hay nada.

Me olvidé, me dejé, me aborrecí y me quebré. Y me quedé así. Y volví, traté de quedarme de nuevo allí donde les decía que respiraba sin respirar, pero prefiero no respirar a hacerlo sin sentido. Y me abrazaron, pero volví a quebrarme. Y me olvidaron, y volví a morirme, y me mataron y volé. Y volé tan alto que luego supe ver que no era yo. Nunca estuve yo, porque no soy yo, porque yo me perdí. Hace rato estaba muerta. Y ahí, cuando por fin pude morir, viví.

PUNTOS SUSPENSIVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora