Parte 1: La salida

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...

A quien corresponda o le interese.

Quinta historia. Continuemos...

Una vez le dijeron al único hijo de la familia que simplemente él era perfecto para intermediar entre sus hermanas. Tal vez por el hecho de ser el único chico entre diez chicas fuera la causa. Pero este chico siempre había sido amable y querido por todos, no solo por parte de su familia.

No importaba qué clase de actividad hicieran sus hermanas: él era el compañero ideal para hacerlas con ellas.

Su vida en la casa Loud no era para nada normal: siempre había algo nuevo que ver, sobre todo por tener diez hermanas que soportar. Cada una de ellas lo buscaba por diferentes razones, pero la lucha por estar con él era una discusión frecuente.

Otras historias u otras personas se encargarán de escribir sobre otros personajes que se ganen el amor de este albino, pero aquí hablaremos específicamente de una... O tal vez no.

Sin embargo, además de pedirle que fuera con ella para visitar a su novio Bobby, Lori Loud casi no lo veía ni solicitaba, aunque siempre habían sabido llevarse bien entre ellos. No era la más abierta de sus hermanas, ya que por lo mismo, pasaba mucho tiempo en su celular.

Como siempre, la mayor de las Loud era la encargada de mantener el orden entre sus hermanos menores, pero a diferencia del peliblanco, ella lo hacía con demasiada dureza, haciendo que muchas de sus hermanas se sintieran impotentes ante ella. Aunque era responsable y confiable, podía llegar a ser realmente mandona, y eso era lo que molestaba. La respetaban y temían por partes iguales. Sin embargo...

- ¡No te vayas!

Curiosamente, quien decía esto no era una de las hermanas menores de los Loud, sino el padre de familia, Lynn Sr.

- ¡Quédate aquí, te daremos lo que sea, pero no te vayas!

Era raro ver como un hombre crecido y maduro lloraba como un niño, pero así era su personalidad: era muy buena persona, aunque si lo hacían enojar, podía llegar a ser muy amenazante. En esos momentos, sin embargo, no parecía querer gritarle a nadie.

- Papá, ya hablamos de esto muchas veces -decía Lori- En algún momento me tendría que ir a la universidad y tendría que irme de la casa... como... las... aves -gruñía de esfuerzo, mientras su padre agarraba con fuerza su pie, y la obligaba a arrastrarlo.

- ¡No eres un ave! Eres mi hija. ¡Quédate!

Era lógico que el señor Loud se sintiera devastado. Había tenido siempre a su hija mayor consigo, la primera de muchas que lo hicieron sentir por primera vez lo que se sentía ser padre. Desde que era una bebé, hasta los veintitrés años cuidó de su primogénita. Ahora que Lori por fin tenía una beca en la universidad, un lugar donde quedarse y un prometedor novio con quien tal vez se casaría, era momento de irse. No era extraño que el señor Loud quisiera pasar el máximo tiempo posible con la mayor de sus hijas, pero no era solo por ella que lloraba.

El caso era que la señora Loud consideraba conveniente que algunos otros de sus hijos acompañaran a Lori. Tendrían la escuela y tiendas o lo que necesitaran más cerca que antes, por lo tanto no tendrían que pedir transporte. Además, el tener aún a varios de sus hijos consigo complicaría las cosas ya que una de las tres figuras de autoridad se iba, así que algunos de los hijos tendrían que irse con Lori. Incluso podrían ayudar a Lori a adaptarse a su nueva vida, ya que, por mucho que Lori hubiera crecido, seguía sin tener mucha experiencia al estar completamente sola. Tener unos dos o tres hermanos viviendo con ella sería más que suficiente. Para Rita Loud, la única cuestión restante era decidir quiénes serían los que se irían con Lori, motivo por el cual ya le había pedido a otros de sus retoños que fueran preparando sus maletas.

Lo que nos unió al finalOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz