Parte 12: Lo súbito

971 91 15
                                    

Todo iba a salir mal. Lincoln lo sabía. Puede que las decisiones que hubiera tomado el albino no hubieran sido las mejores, pero al menos podría haber intentado alguna otra opción si lo hubiera sabido.

Desde que Bobby volvió, las cosas empeoraron para Lincoln. Sus celos no dejaban de acudir a él como una bestia que vivía en su interior, y se alteraba cada vez que veía al moreno, causando una oleada tras otra de caliente enojo que se alojaba en la zona del estómago. Lo arañaba y rasguñaba, dándole unos impulsos agresivos que nunca había sentido. Por fortuna, conservaba suficiente entereza para contenerse; sino, quien sabe qué es lo que estaría haciendo en esos momentos.

Lo que era indudable era que ya no podía negárselo ni a sí mismo: se estaba enamorando de Lori. A Lincoln le gustaba su voz, sus ojos, su sonrisa, cuando reía, su rostro, y cada vez que ella lo abrazaba o besaba, se sentía en el cielo.

Pero Nikki ya prácticamente lo acosaba. Lincoln creía en un principio que las cosas serían normales. No esperaba que la relación entre ambos cambiara mucho, sobre todo cuando Nikki simplemente parecía ser un poco más tímida con él que con otra gente. Pero ahora Nikki se comportaba como una chica obsesionada con la idea de pasar con su novio. Esa faceta suya le recordaba tanto a la antigua Lori que no pudo evitar sentir repudio ante las nuevas acciones de Nikki. Y después, cuando ya habían pasado unos meses como novios, el peliblanco pensaba que podía soportarlo, pues había recibido práctica de tratar de satisfacer la atención de diez hermanas distintas. Cual fue la sorpresa de Lincoln cuando Nikki encontró la manera de drenar la energía que ni siquiera diez chicas podían agotar tan rápidamente.

- Lincoln, ¿me escuchas?

- ¿Qué?

Al mirar a su alrededor, el albino se encontró en un parque, sentado en una banca.

- Te estoy hablando, Lincoln.

- Perdón, Nikki. Estoy muy distraído.

- ¿Qué te sucede? 

- ¿Eh...? No sé de que me hablas...

- No me mientas, que no soy tonta. Desde hace días que no me oyes tanto cómo al principio. No me prestas atención o me ignoras. ¿Cómo crees que eso me hace sentir?

Lincoln sabía de sobra que no debía sentirse bien ser ignorado; al fin y al cabo, él había sido ignorado gran parte de su vida, al menos hasta que alguien quería pedirle algo. Pero eso había cambiado desde que se mudó, y no por estar cansado de Nikki significaba que tenía que lastimarla.

- Perdóname, Nikki. La verdad es que no me siento con muchas ganas de salir ahora. Lo siento. Sólo quiero unos días para poder estar solo, tranquilo. ¿Me entiendes?

- No, no te entiendo. ¿Desde cuando quieres estar solo? ¡Dado que soy tu novia, tendrías que sentirte emocionado por verme, y deberías pasar conmigo el mayor tiempo posible! 

Lincoln sintió una punzada de enojo. Nikki no solo volvía a querer estar todo el tiempo con él y dejarlo sin tiempo libre. No, no solo era eso. Había una casi imperceptible, pero enorme e importantísima diferencia entre la palabra "querer" y "tener". Querer significa darle la libertad al implicado de decidir, dejar de sofocarlo para saber si en realidad está de acuerdo con la decisión. Tener quiere decir que te deja sin opción, obligándolo a tomar una decisión que en realidad debería ser una libertad, no una obligación.

- Nikki, entiendo que quieras estar todo el tiempo conmigo, ya que soy tu primer novio, pero, ¿no crees que pasamos demasiado tiempo juntos? Me gustas y todo, pero en serio hay veces que necesito pasar tiempo solo...

- No, no lo necesitas -repuso Nikki, haciendo que Lincoln se enojara un poco más- YO soy lo único que necesitas -aclaró, apuntándose al pecho con un dedo.

Lincoln dejó de fingir tranquilidad, y salió a relucir por un momento todo el enojo que sentía, haciendo dudar a Nikki. Luego logró controlarlo.

- No estás dentro de mi cabeza como para decidir qué siento o qué no, lo que necesito y lo que no. No soy un juguete que está a tu disposición todo el tiempo que quieras. Soy una persona y soy capaz de tomar mis propias decisiones. No estoy diciendo que te voy a abandonar, pero también me gustaría pasar tiempo con otras personas.

Nikki se sintió desconcertada, pero de inmediato volvió al ataque.

- Hay alguien más, ¿verdad?

Lincoln simplemente negó con la cabeza, rezando para que nada de lo que pensaba se reflejara en su rostro.

- No te engaño, Nikki, en serio solo quiero estar con mis amigos, o con mis hermanas, descansar en mi cuarto...

- Bueno, cuando te decidas a contarme la verdad, me avisas -soltó Nikki, hecha una furia.

Lincoln no se quedaba muy atrás, incapaz de creer que Nikki pensara todo eso de él. Pero ya que había conseguido lo que quería, no lo iba a desaprovechar. Se dirigió hacia su casa. 

Unos minutos después, abrió la puerta de su hogar. Dentro se hallaba Benny, quien estaba tranquilamente sentado en un sillón, leyendo un libro. Cuando él entró, el castaño levantó la vista.

- Lincoln, ¿cómo estás? -saludó alegremente el castaño.

Por alguna razón, el albino no quiso ocultar nada. Tal vez porque ansiaba contarle a alguien sus problemas. O tal vez porque, ahora que Bobby le tenía sin cuidado, necesitaba a otro chico mayor que él que lo apoyara.

- No muy bien, Benny. Siento que mi novia y yo no nos entendemos mucho.

De inmediato, el comediante se puso serio, consciente de que la situación lo ameritaba. Disimuladamente cerró su libro, dispuesto a escuchar.

Lincoln le contó su situación. Hacía mucho que Lincoln necesitaba a un chico mayor que él para que le diera consejo, y Benny era más que apropiado. Cuando terminó su relato, Benny solo permaneció en silencio.

- Bueno -dijo al fin- No puedo decir que entiendo tu situación, porque Luan y yo conocemos lo que ocurre con cualquier exceso: es dañino para cualquiera. Nos damos tiempo si lo necesitamos, hablamos si discrepamos en algunos temas, llegamos a acuerdos; en fin, que sabemos cómo tratar el uno con el otro. Pero si hablas más con tu novia, tal vez te escuche. Si en verdad te ama, ella no querría hacerte daño.

- Creo que tienes razón... Ok, trataré de mejorar las cosas. Debo ser capaz de hacer esto.

- Así me gusta. Y bueno, yo puedo escucharte siempre que quieras, pero también puedes hablar con tus hermanas, estoy seguro de que te escucharán. Luan siempre me escucha.

- ¿Dónde está, por cierto? -cuestionó el peliblanco, notando apenas que su hermana no estaba ahí.

- Ah, sí... Es que se lastimó y la traje aquí.

Lincoln sintió una súbita sensación de miedo.

- ¿Qué..? ¿Cómo pasó? ¿Está...?

- Ey, calma, por ahora está bien -se apresuró a decir Benny- Cuando estábamos ensayando alguien tiró una lata de pintura vacía desde arriba y le cayó en una pierna. La traje para que descansara, y ya se encuentra mejor. Le enyesé la pierna, no es muy difícil. Y luego llegaron unos amigos a visitarla. Le trajeron dulces, un peluche, unas plantas...

- ¡¿QUÉ?!

- ...una tarjeta, y luego se fueron, hace unos minutos. ¿Qué dices? -Benny se sintió alarmado por el súbito tono de Lincoln.

- ¡¿Cómo que le dejaron flores?!

- ¿Qué tiene?

- ¡ES ALÉRGICA AL POLEN!

La preocupación floreció en el rostro del castaño. Rápidamente entraron en el cuarto de Luan. Y ahí estaba la comediante, tremendamente pálida, con los ojos cerrados y respirando con dificultad. Parecía haberse quedado sin descongestionantes. En menos de un minuto se encontraban en el auto de Benny, quien afortunadamente sabía manejar, en camino al hospital que estaba más cerca.

Lincoln se encontraba en el asiento trasero, rezando para que su hermana estuviera bien. Luan yacía agonizante en el asiento trasero.

Lo que nos unió al finalWhere stories live. Discover now