Parte 17: El peligro

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Uno nunca sabía como es que las cosas iban a ocurrir. Si Lori no hubiera estado tan al pendiente de su hermano, era posible que Lincoln no estuviera con vida. Sin embargo, Lori no dudó ni un instante en salvar a su hermanito.

- ¡AAAAAHHHHH!

- ¡Te tengo!

Lincoln, quien había estado de curioso tratando de subir al ático, tropezó. Al fin y al cabo, no tenía mucho equilibrio siendo todavía un niño. Sin embargo, Lori lo atrapó justo a tiempo. Juntando sus dos brazos, detuvo la caída, aunque después le dolieron por la fuerza del impacto. Sin embargo, en ese momento no le importaba demasiado. 

- ¡BUUUUAAAAHHHH!

Lincoln lloraba del gran susto que se había llevado, pero Lori lo consolaba. Cabe mencionar que Lori se ponía mucho más sentimental y cariñosa cuando sus hermanos la necesitaban.

- Tranquilo, Lincky. Aquí está tu hermana para cuidarte. Ya, ya pasó.

A pesar de tener casi siete años, Lincoln se dejó acurrucar como cuando era un bebé. Y se calmó. La bondadosa cara de su hermana lo tranquilizaba. Una calidez lo cubrió como una manta.

- Gr... Gracias, Lori. Perdón por no hacerte caso...

- Está bien, Lincoln. Que sirva de experiencia para cuando crezcas. Y no importa lo que ocurra, aquí estaré para cuidarte, siempre te protegeré.

El niño se sintió sobrecogido por las palabras de su hermana, y un sentimiento de amor puro surgió de su interior. Abrazó a su hermana con fuerza.

Desde ese entonces, Lincoln se volvió mucho más unido a Lori. Claro, aún jugaba con sus demás hermanas, pero con Lori era especial: la quería, la apoyaba, le hacía regalos, y demás. La adulada se sentía agradecida, y aceptaba todo con gusto. Jugaban mucho, reían, pasaban las tardes juntos y se apegaban más y más. Sin embargo hubo un momento en el que Lori simplemente tuvo que parar.

Una tarde en la que llovía apaciblemente, y ella miraba con añoranza y nostalgia al exterior, su hermanito entró en la habitación. 

- Oye, Lori...

- ¿Qué sucede, Lincoln?

La emocionada cara de su hermano la hizo poner atención.

- Cuando sea grande quiero casarme contigo -declaró el niño, con una tierna sonrisa en su rostro.

Lori sintió una felicidad y una tristeza enormes: que su hermano la quisiera tanto como para casarse (aunque este aún no supiera del todo lo que eso significaba) la conmovía sobremanera. Pero eso era imposible, y la determinación que veía en los ojos del peliblanco la hicieron negarse.

- Lincoln... No podemos casarnos.

- ¿Ehhhh? ¿Por qué no?

La cara de tristeza de su hermano le rompió el corazón. Con la voz quebrada, la mayor respondió:

- Somos hermanos, y los hermanos no pueden casarse. Ahora eres pequeño y no lo entenderías, pero cuando crezcas te lo puedo explicar mejor.

- Pero entonces, ¿cómo voy a protegerte y cuidarte y hacerte feliz cómo lo haces tú conmigo?

Lincoln lloraba, y Lori sintió como su propio interior se desgarraba al contestar:

- No tienes que casarte conmigo para hacer todo eso. No importa lo que pase, yo siempre te voy a querer. Estaremos siempre juntos, ¿está bien?

- ...Ok -respondió Lincoln, apenado.

Se abrazaron largamente, y Lori agradeció que ese pequeño niño de cabello blanco y corazón tan grande fuera su hermano. Lo dejó ir, pero en eso Lincoln hizo algo inesperado.

Lo que nos unió al finalWo Geschichten leben. Entdecke jetzt