Capítulo 26

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Toscos movimientos bamboleaban el cuerpo de Jason. Ya habían pasado un par de horas mientras aquel contingente atravesaba el bosque. Fueron algunas gotas de lluvia sobre su rostro las que lo despertaron. Al abrir sus ojos, cayó en cuenta de que viajaba atado sobre una carreta. A su costado caminaba aquel gigante de roca con los guerreros custodiándolo. Algunos a pie y otros sobre caballos.

En cuanto la lluvia arreció, el grupo se detuvo. Rápidamente, montaron algunas tiendas. Jason escuchaba atento sus movimientos y el tono de sus voces. Y por más que lo intentara, no entendía ni una sola palabra.

Cerró los ojos fingiendo dormir, cuando dos sujetos lo bajaron de la carreta y lo aventaron a una tienda improvisada. Esos mismos se quedaron cuidándolo. El gigante fungió como poste para de él atar cuerdas que sostuvieran más refugios espontáneos.

De pronto, sólo se escucharon las gotas golpeando el suelo. Jason vigilaba quisquillosamente a sus captores. Había quince personas en total. Uno de ellos le mostraba a su compañero las armas que Jason ya no portaba consigo, que deshonorablemente le habían robado. El mayor frunció el ceño.

"Juro que me las van a pagar." Jason planeaba para sus interiores. Mientras más miraba, más los conocía. Todos llevaban armas y armaduras. En sus pechos se alzaba un dragón carmesí de alas abiertas, encerrado en un adorno de laureles.

"Interesante, su escudo de armas." Jason pensó. "Definitivamente están conectados con el ataque al almacén farmacéutico. Quizá, no sólo controlen a los dragones, puede ser que ellos mismos los estén creando y luego criando."

Siguió escudriñando alrededor. No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta que aquel dragón que había herido, no había vuelto.

"Supongo que los chicos lograron escapar... Realmente, lo espero..." Jason reflexionó.

La lluvia no hizo más que aumentar su caída. El frío crecía lineal y exponencialmente; todo el mundo ignoraba la presencia del prisionero.

Los ojos turquesa de Jason se aburrieron de observar el vaho de aquellos tipos. Decidió mejor relajarse y dejarse llevar por el cansancio.

"Tim..." Jason lo llamó en sus pensamientos. Trajo su imagen a su mente. Lo vio sonriéndole, mirándolo, susurrando su propio nombre. "Resiste... ya voy por ti..." El renegado se dijo a sí mismo antes de caer dormido nuevamente.

Un ritmo lento, arrullándolo, lo despertó. El frío era penetrante y le recordó las diferentes palizas que había recibido en las últimas horas. Sus manos seguían atadas, pero ya no estaba en la carreta; el gigante de roca lo llevaba en su hombro y una manta lo protegía de la insistente lluvia. Jason supuso que decidieron continuar al ver que ésta no cedía. Suspiró incómodo. Comenzaba a impacientarse, pero no podía realmente hacer mucho. El plan era someterse a ellos hasta que lo llevaran donde Tim se encontraba, pero sólo las horas pasaban golpeando su aguante. Así, se limitó a escuchar aquellos pasos sobre el lodo. Todos marchaban al unísono junto a sus lanzas. Y entonces, Jason se fijó en el suelo sobre el que andaban. Claramente, se mostraba un sendero construido por el uso constante. Permaneció pensando un par de segundos. Luego sonrió encontrando la respuesta. Ese sendero lo era. Si sólo Damian pudiera encontrarlo, entonces únicamente bastaría seguirlo y él llegaría a su encuentro. O mejor aún, si el renegado pudiera escapar, usaría ese camino para encontrar a Tim sin depender de ellos. Los tipos armados no eran problema; lo que quizá le costaría unos gramos más de fuerza, era el gigantón rocoso. Aunque si se movía tan lento como estaba caminando, todo estaba arreglado.

"Lento." Esa era la palabra. Por eso tardaban tanto; por el paso adormecedor del gigante. Por eso habían dilatado toda una eternidad en encontrar algún grupo más grande. Porque era claro que ellos sólo estaban patrullando, pues no llevaban consigo más que esas mantas y cuerdas. No llevaban suministros ni víveres. Visiblemente, esperaban llegar a un punto de reunión. Lugar al que ya estaban tardando mucho en arribar. Sus prioridades habían cambiado. Y Jason no se tentaría el corazón al tratar con ellos, y mucho menos sintiéndose tan agotado, hambriento y de mal humor.

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Where stories live. Discover now