Capítulo 42

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El rechinido de la puerta alertó a los otros habitantes en esas barracas. Los murmullos no se hicieron esperar. Poco a poco las voces se alzaban preguntándose cuál sería el próximo paso antes de su desenlace.

-¡Eso fue increíble! ¡¿Cómo lo hiciste?! –Preguntó el hombre también atravesando la salida de la celda-.

-No requiere mucha ciencia y no levantes la voz. No sabemos si los soldados están cerca. -Enunció Damian caminando a través de ese amplio y lúgubre corredor ignorando al resto de los prisioneros mientras imploraban por ser liberados-.

-¡Oye, ¿qué haces?! ¡¿Y los demás?! –Preguntó el hombre confundido, pues con cada paso alejándose del resto de las mazmorras, el muchacho caminaba como si los demás no existieran-. ¡Oye! ¡¿Estás escuchándome?! ¡Hay que sacarlos de aquí! –Pidió deteniéndose para forzar las cerraduras de las otras celdas-.

-¡No, sólo estorbarían y aquí estarán más seguros! –Respondió Damian pasando de largo, intentando llegar a la diminuta puerta al final del pasillo-.

-¡¿Qué?! ¡Oye, ¿qué te pasa?! ¡Tienes que ayudarlos a escapar!

-¡Lo haré, pero ahora no! ¡Debo encontrar a alguien y luego volver con mis amigos, sólo así podré ayudarlos! –Aclaró pisando más fuerte en cada zancada-.

-¡¿Qué?! ¡¿De qué hablas?! ¡¿A dónde demonios vas?! ¡¿Qué podrás hacer tú solo?! ¡Ayúdame a sacarlos! ¡Si somos más, tendremos más oportunidades para escapar! ¡Te devolveremos el favor ayudándote a encontrar a quien buscas! ¡No podrán vencernos si estamos todos juntos! ¡Oye, te estoy hablando! ¡Ayúdalos también! –Rogó el hombre precipitándose a atajar a Damian de uno de sus brazos-. ¡No los puedes dejar aquí! ¡Por favor!

-¡Dije que no! –Respondió levantando la voz y manoteando violentamente para romper el agarre-. ¡Ahora tengo algo más importante que hacer que ocuparme de ustedes! ¡No los estoy abandonando, juro que volveré para ayudarlos, pero por ahora debo encontrar a Jason! ¡Entiende! ¡Él está herido y me preocupa que se lo hayan llevado! ¡Y si no vas a serme de utilidad, es mejor que te quedes aquí también! –Ultimó el ojiverde acortando las opciones-.

El hombre retrocedió algunos centímetros, pues aquella presencia delante suyo lo había intimidado un poco. Ese muchacho ante sus ojos no parecía alguien común. Su mirada reflejaba una confianza estridente, así como una obscuridad que amedrentaba y amenazaba. No lo pensó reiteradamente, sólo asintió con su cabeza y aceptó seguir sus instrucciones.

-Bien. Sólo haz lo que te digo y quédate cerca. -Ordenó Damian buscando la manija de la puerta-.

Mientras ambos atendían que su nueva salida se mostrara, los dos oyeron las suplicas de los que dejaban atrás, hecho que los estremeció, sobre todo a aquel hombre, pues algunas de las voces le eran entrañablemente familiares.

-Ellos son mis compañeros... -Anunció tensando su mandíbula-.

-Volveremos, te lo prometo... -Aclaró Damian jalando aquella barrera de vieja madera-.

El obscuro corredor que los recibió se extendía extenuadamente a ambos lados. El menor volteó reflexionando la opción más lógica, pero la duda en el rostro de aquel sujeto le provocó cierta nostalgia.

-Es un riesgo..., pero ustedes parecen ser personas que se forjaron en el calor de una batalla... -Damian comenzó a hablar mientras avanzaba unos pasos vislumbrando qué parte del aquel túnel conservaba más alumbrado-. Y confío en que resistirán lo que se aproxima. Todos aquí tenemos posiblemente miedo, pero es eso lo que nos empujará a sobrevivir... Y yo te aseguro que no moriremos, no al menos de una forma tan fácil... -Afirmó el ojiverde decidiéndose por su izquierda, esperando al hombre a que terminara de atravesar el umbral de la puerta-.

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