Capítulo 56

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"No te rindas. No te rindas, por favor, no te rindas. No caigas, aún puedes seguir, sólo un poco más... Por favor... no te rindas..."

Aquellas palabras eran la letanía de Timothy. Aquel mantra era lo que lo mantenía activo y es que no iba a decirle la verdad a Damian. No iba a decirle lo fatal que se sentía, lo terriblemente débil y adolorido que se encontraba. No iba a confesarle que por dentro estaba destrozado y sus órganos ardían en decenas de hemorragias. No iba a desencadenar una serie de suplicas para que el ojiverde lo dejara participar en el rescate de Jason. No iba a permitirse el fallarle nuevamente. Por eso mintió, por eso apeló a su cara de juego para fingir estabilidad y no quedar fuera, pues si no lo hacía, Damian jamás le habría permitido ponerse aquella armadura robada y salir al combate. Si no lo hacía, nunca habría estado tan cerca de recuperar a su primer amor.

Sin embargo, cada vez que respiraba, la angustia para resistir un poco más y no desmayarse acrecentaba hasta hacerlo rogarse por unos minutos adicionales; los posibles, para llegar con Jason y volver a abrazarlo. "Por favor... aguanta... No te rindas, Timothy... No te rindas..." Por su cabeza se alternaban aquellas súplicas hacia su propio cuerpo, que sentía cada vez más caliente y fuera de sí, así como los pasos que seguía como si fuera un muerto viviente.

Todo su ser estaba moviéndose con horas extra de trabajo. El dolor era tan insoportable que sólo gritando o descargando su furia se daba otros minutos de consciencia. Incluso se concentraba en llamar a Jason desde su interior para intentar ignorar su propio cuerpo y dejarlo actuar como más le placiera, sólo así se aventajó a los soldados que le impedían llegar a él.

Actuó como si una pieza de ajedrez se tratara; tan minucioso, tan perspicaz, tan certero y filoso en sus movimientos. Sus estocadas a puño limpio fueron precisas y mortales. Cada uno de sus enemigos acabó en el suelo con heridas limitantes; de esa forma no volvieron a levantarse.

"Resiste... No te rindas... Tim, no te rindas, Jason cuenta contigo..." Repetía en su cabeza avanzando inercialmente, asegurándose de vencerlos a todos. Cuando no hubo otro a quien enfrentar, velozmente atajó una de las espadas y se lanzó a los escalones. Contó los segundos para levantar su vista y encontrarse finalmente con Jason. Sonreía gustoso, sintiéndose en un sueño profundo. "Sólo un poco más. No te rindas... Sólo un poco... más..." Reiteraba con cada paso que daba.

-Jason... -Lo llamó dulcemente al alcanzar la cima-. ¡JASON! –Le gritó exhalando sus últimas fuerzas, aunque reiterando su felicidad por encontrarlo, desahogando todo su pesar y su preocupación-.

Sin embargo, su afable sonrisa fue aniquilada con una imagen avasalladora. Sintió su mundo hacerse trizas entre millones de llamas que reflejaban su miedo y su desesperación. Su respiración lo abandonó en cuanto vio a su amado, todavía inconsciente, ya liberado de las cadenas, pero desgraciada y cruelmente entre los brazos de Idris, quien lo sostenía rodeándole la cintura, recibiendo en su hombro la lánguida cabeza de Jason, quien no era capaz de sostener por sí mismo.

Con aquel panorama, Tim decayó en tan pocos segundos. Su faz reflejó su decepción y su anhelo destrozado. Suspiró atorando sus enormes ganas de llorar. Ver a Jason tan débil, tan frágil, tan a la merced de aquel sujeto, tan desprotegido e indefenso le rompió el corazón en cientos de contradicciones. Mismas que, además de empujarlo a recordar cada instante donde su primer amor se mostró aguerrido, poderoso, invencible, y no una simple muñeca de trapo bajo influencia de un demente, lo torturaron por lo que Jason ya no era y le hacía falta, obligándolo a bajar sus niveles de adrenalina, permitiéndole al dolor ganar terreno y casi sucumbir a los atosigadores mareos.

"Jason..." Llamó para sí mismo, como si estuviera levantando una plegaria. "Jason." Se repetía en tanto más soldados llegaban a la periferia de la plataforma y comenzaban a ascender por las escaleras. "Jason..." Se decía mientras sus ilusiones y su ímpetu se desintegraban pensando en el dolor que prontamente le impediría respirar y lo desmayaría. "No, por favor, resiste, estúpido cuerpo... ¡Resiste! ¡Por favor!" Se imploró rechinando los dientes. Sus ojos comenzaron a inundarse. Por ningún momento dejó de caminar, pero sus pasos no avanzaban ni el largo de una pisada. Su mano no soltaba la espada, aunque ya no la sintiera entre sus dedos. Cada golpe y corte en su cuerpo le punzaba, sin mencionar las náuseas y el enajenante dolor de cabeza. "Sólo un poco más..." Se dijo exhalando pesadamente, liberando un sonido rasposo desde su garganta.

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora