Capítulo 9

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Era un imbécil.

No había palabra que pudiese describirlo mejor.

IMBÉCIL.

Con letras mayúsculas.

¿Por qué Ariana no podía verlo?

Emmet podía hacerlo incluso a la distancia.

>Bastardo afortunado< pensó entonces con furia, y aún más al recordar a Ariana sin prenda que la cubriera.

Joder... El pecho de Emmet se desbocaba cada vez que lo recordaba.

Habían pasado ya unas cuantas semanas de aquello, y él todavía no conseguía eliminarlo de su mente.

Hermosa, hermosísima mujer, pequeña pero bien formada. Femenina y delicada. Una sirena fantasiosa, de sensual esencia.

Era tan perfecta que Emmet sentía como si apretaran sus entrañas al pensar en el hecho de que cada vez que la miraba, estaba mirando a la mujer de Sykes.

–Maldita sea– sisearon sus labios, y al sentir la boca seca, decidió beber un poco de agua de la botella que segundos antes habían apretado sus puños.

A unos metros de él, Ariana y Nathan terminaban de mirar la carta. Un par de minutos más tarde, el mesero se marchó con sus órdenes.

Cuando volvieron a la intimidad de su mutua compañía, Nathan le sonrió.

–Te ves radiante esta noche. Seguro habrá ya un montón de fotografías nuestras en Internet. Somos la sensación cada vez que salimos juntos– comentó él en tono contento. Un séquito de reporteros los habían captado al llegar al elegante restaurante, y habían tomado muy buenos ángulos de ambos, estaba seguro, y eso le encantaba. Aunque si debía escoger, Nathan disfrutaba aún más las alfombras rojas.

Sin duda salir con una superestrella era sensacional. A él siempre le había fascinado la atención pública, y el hecho de ser admirado y envidiado por medio mundo.

Todo aquello alimentaba su ego, que ya debía estar del tamaño de todo Florida.

Mientras él continuaba hablando, Ariana apenas y se dio cuenta de que le estaba hablando. Parecía un poco distraída.

Nathan frunció el ceño cuando se dio cuenta de que su prometida no le había prestado nada de atención.

–¿Ariana?– pasó su mano extendida justo frente a ella y la agitó.

La castaña consiguió despertar del trance, y lo miró.

–¿Disculpa, qué decías?– le preguntó.

Nathan rodó los ojos con irritación. Odiaba que lo ignoraran.

–Olvídalo. Hablemos de otra cosa– prontamente la sonrisa regresó a él. No le gustaba estar enojado con su bella futura esposa.

–Claro. ¿De qué quieres que hablemos?– Ariana cruzó los dedos mentalmente, rogando porque él no fuese a escoger su boda como tema de conversación. En días pasados, mientras todavía había llevado la férula en su pierna, había tenido que soportar la visita de Nicole todos los días hablando de aquel espectacular acontecimiento.

Y no era que a Ariana no le emocionase la fiesta en donde uniría su vida a Nathan, sino que necesitaba un descanso de ello.

Para su fortuna su novio ni siquiera mencionó nada al respecto de eso. O eso fue lo que creyó en un principio.

–Hablemos de nuestro futuro juntos...– tomó su mano entre las suyas, y la acarició. –Estoy ansioso por comenzar a formar una familia contigo. ¿Puedes imaginarlo?– preguntó ilusionado.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now