Capítulo 10

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«Virgen»

Ariana Butera era virgen, y Emmet no había conseguido olvidarlo.

Lo había intentado, por su vida que lo había intentado, pero no lo había logrado.

Ella era la representación perfecta de la sensualidad. Un sueño erótico andante.

Seductora y provocativa, tan coqueta como el infierno.

Era una mujer ardiente, y hacía alarde de ello, con todo propósito demostraba esa imagen candente, que lo hacía babear, y seguro estaba de que no era el único que sufría de aquellos efectos.

Parecía increíble que aquella hembra caliente, que exudaba calor por cada poro de su ser, nacida para tentar a cualquier macho viviente, estuviera intacta.

Pero así era.

Ariana no había sido tocada por ninguno. Ni el bailarín, ni el actor, ni el rapero, ni el quarterback, y aún menos aquel imbécil presumido de Nathan Sykes. Ninguno de ellos la había tenido entre sus brazos.

Aquella preciosa, pequeña y sensual mujer no había conocido las caricias de un hombre, nadie la había besado en el punto máximo de la pasión, ninguno había llegado al orgasmo dentro de su cuerpo.

¡Mierda!

Emmet se tensó, y su polla se endureció hasta tal punto que le causó dolor, sólo con la idea de cambiar eso.

Oh, sí, maldición. El guardaespaldas moría por quitarle esa inocencia, enseñarle cosas, mostrarle. Él la besaría con intensidad, la tocaría reverenciando cada centímetro de su piel, hasta convencerla de que era la mujer más hermosa de todo el universo. Emmet probaría la suavidad de sus pechos, y hundiría en ella sus veintisiete centímetros hambrientos... ¡Maldita sea! ¿Sería posible? ¿Sería posible que su miembro viril, siendo tan inmenso, cupiera entre los muslos de aquella diminuta belleza?

No podía saberlo con exactitud en ese momento, lo único que sabía era que deseaba averiguarlo.

La deseaba a ella.

¡Cielo santo, cuánto la deseaba! Con febril urgencia. No había nada de delicadeza en su deseo, ni nada de caballerosidad en los pensamientos que le pasaban continuamente por la cabeza.

Ariana era tan hermosa que él casi perdía el sentido.

Ahí, en el cuarto de baño de la casa Butera, Emmet negó para sí mismo mientras ordenaba a su subconsciente dejar de pensar en tales fantasías imposibles.

De inmediato abrió el grifó, y con sus manos humedeció su rostro deseando estar en su regadera y poder tomar un baño completo que consiguiera enfriar su deseo.

Debía recordarse quién era. Era Emmet Garrett, y tenía una venganza pendiente. Sin embargo en esos momentos debía posponerla. Antes de continuar con la destrucción de Butera, se había prometido que encontraría a aquel bastardo que amenazaba la vida de Ariana.

Exhaló apoyándose en el mármol del lavamanos, cuando recordó aquel asunto.

Se sentía muy preocupado por la seguridad de Ariana que sus dedos se tensaron en dos puños. Ese pervertido estaba enloqueciendo cada vez más, y Emmet estaba seguro de que continuaría dando problemas antes de que lo atraparan.

Se miró al espejo un par de segundos, intentando reconectarse con sí mismo, y entonces salió de ahí.

Se encontró en el pasillo con James que recién llegaba.

–Acabo de llegar con el viejo– informó su amigo refiriéndose a Butera. –Ha subido directo a la habitación de Ariana. Al parecer hay reunión familiar una vez más, porque también vi entrar a los otros dos–

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now