Capítulo 44

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El asunto de su madre no era algo de lo que Emmet hubiese deseado hablar, sin embargo sabía que se había llegado el momento de hacerlo.

Tenía a Ariana enfrente de él, y estaba cuestionándolo. Lo había descubierto, a pesar de que le había prometido que no habrían más mentiras.

¡Maldición!

Abrió la boca para hablar sin embargo no pudo decir mucho.

–A...Ariana...–

–Creo que me debes una explicación, Emmet– le dijo con evidente seriedad, como cualquier madre reprimiendo a su mentiroso hijo, así fue como el rubio se sintió.

Exhaló.

–Sí, sí. La mereces y te la daré– aseguró.

–Quiero la verdad–

–Y eso es lo que tendrás–

–Bien– Ariana se cruzó de brazos. –La estoy esperando–

Emmet regresó al bebé a su cuna. Nicholas se entretuvo con sus juguetes de plástico, y por un momento se olvidó de sus padres dejándolos con sus problemas.

–Siéntate– le pidió él.

La castaña permaneció tranquila, y decidió hacer lo que le pedía. Tomó asiento en el gran sofá que se encontraba en la habitación.

Las manos de Emmet comenzaron a sudar.

¿Estaba nervioso?

¡Sí, y mucho!

Odiaba haberle mentido a su amada de nueva cuenta.

Debía aclarárselo de inmediato.

–Ari, nena... Mi intención nunca fue mentirte de nuevo– le dijo, y su voz sonó a sinceridad.

Ariana le creía, su confianza en él era inquebrantable en esos momentos de su relación, compartían un hijo después de todo, así que esperó paciente a que él se lo explicara.

–Hace tiempo me dijiste que tu madre había muerto–

Sí, Emmet lo recordaba.

–Eso fue antes de que iniciáramos nuestra relación–

–Pero no te tomaste la molestia de aclarármelo aún y cuando ahora soy tu mujer y la madre de tu hijo–

–Sí, sí, Ariana, eso lo sé, y créeme que lo lamento. Yo... yo no pensé que esto fuese a resultar un problema para ti. No lo escondí porque no quisiera que lo supieras, sino porque...–

–¿Por qué, Emmet?–

Él exhaló irritado.

–Es difícil de explicarlo–

–Pues empieza a hacerlo, sino quieres dormir esta noche con Toulouse en la sala–

–Mi relación con mi mamá nunca ha sido buena– comenzó. –Ella... Ariana, quiero que entiendas que ella nunca fue una buena madre. No la que yo necesitaba. Yo la quería muchísimo, pero después de lo que hizo... No pude perdonarla, y para mí murió junto con mi padre–

La castaña pudo observar en los ojos grises la tristeza y el amargo dolor, lo que provocaban esos recuerdos en él.

Emmet miró hacia la ventana, la luz de la luna y las estrellas se colaba al interior iluminándolos en medio de la noche.

Ariana no iba a preguntar qué había sido aquello tan imperdonable que su madre había hecho porque bien lo sabía.

–Fue amante de papá, por eso no pudiste perdonarla– él mismo se lo había confesado.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now