Capítulo 49

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Ariana condujo su auto rumbo al supermercado de la ciudad.

Nonna se encontraba sentada a su lado en el asiento del copiloto, mientras Nicholas permanecía en los asientos traseros, perfectamente protegido por su sillita para bebés.

Antes de tomar la dirección correcta hacia el K Mart, la cantante se encargó de dar un montón de vueltas para así perder a los muchos reporteros que habían estado siguiéndola desde que saliera de la finca.

Cuando por fin consiguió deshacerse de ellos, tomó la avenida principal y condujo hasta llegar al supermercado.

Sin embargo de entre todos esos, hubo un auto que se mantuvo siempre a distancia, pero sin perderla de vista, el cual continuó siguiéndola sin que ella lo notara.

–Cielos, me desacostumbré muchísimo a esto de conducir por mí misma. Desde que Emmet llegó a mi vida ha sido él quien se ha encargado de esto–

Su abuela sonrió.

–Oh, bueno, pero dejar de conducir tu propio auto valió la pena, ¿o no? Ahora tienes un hijo con ese hombre, y vas a casarte con él–

Ariana no pudo evitar dirigir su mirada hacia el anillo en su dedo. Su corazón se inundó de cálidos sentimientos por aquel guapísimo rubio que tanto amaba.

Pronto se casaría con Emmet, y los dos serían muy felices junto a su pequeño.

Anhelaba ya que aquel momento llegara.

Pensaba en ello cuando terminó de aparcarse.

–Bien, Nonna. Ve por esas manzanas, y mientras tanto Nick y yo te esperaremos aquí–

Sonriendo, la anciana asintió.

–Prometo que no tardaré–

Ariana sacó entonces el celular de su bolso, y se dispuso a llamar a Emmet, sin embargo mientras intentaba marcar, el aparato se le cayó de las manos cayendo cerca de sus pies. Tuvo que agacharse para poder alcanzarlo.

Gracias a esto no pudo de ver por el retrovisor al hombre que se acercaba al auto, y abría la puerta sin problema alguno.

Cuando Ariana alcanzó su celular, y se enderezó en su asiento, fue cuando lo vio.

Ella frunció el ceño con gran sorpresa y nerviosismo también.

–¿Qué tal te va, Ariana?– le preguntó aquel hombre amistosamente, sin embargo antes de que ella pudiese responder, o siquiera preguntarle qué se le ofrecía, o qué demonios estaba haciendo ahí, él sacó una pistola, y la apuntó con ella. –Sorpresa– le sonrió malévolamente.

La castaña palideció al verla. Se quedó en shock, y fue incapaz de reaccionar de primer instante.

El hombre teniendo buen cuidado de que nadie en el estacionamiento fuese a darse cuenta de lo que ocurría, entró al auto sin dejar de apuntarla.

–Conduce– le ordenó con voz fría.

Ariana miró por el retrovisor a su hijo, y fue entonces cuando despertó del trance, dándose cuenta del peligro que ambos corrían ahora.

–¡¿Q...qué es lo que quieres?! ¡No nos hagas daño!– le rogó.

–¿Vas a hacer que lo repita, pequeña? Conduce– él habló con toda calma, pero no dejó de apuntarla con el arma.

Horrorizada, y sobre todo intentando proteger la vida de su bebé, Ariana decidió que debía hacer lo que ese hombre le pedía.

Con manos temblorosas, ella giró la llave y encendió el motor.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now