Capítulo 41

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Muchas cosas transcurrían en un año, y Ariana casi no se podía creer todo lo acontecido en su vida durante todos aquellos últimos meses.

Se había convertido en madre, había cambiado y había madurado, y además de todo había experimentado por segunda vez en su existencia, lo que era perder a un ser amado.

Aunque había sido muy doloroso, lo había terminado aceptando, y lo había superado luego de todo aquel tiempo.

Ahora le quedaba una sola cosa, y esa era seguir viviendo. Seguir luchando por sus sueños, y alcanzar todas sus metas. La principal en esos momentos era ser la mejor madre.

Ariana se encontraba aquella noche en Barcelona, España, exactamente en la mitad de su gira mundial.

Había terminado ya todo la parte de Norteamérica, y estaba a punto de finalizar con la europea para después visitar países asiáticos y unos cuantos de Latinoamérica.

Aquel sería su octogésimo concierto en aquel lapso de siete meses, y parecía increíble de creer que estuviese ya en aquel punto.

Sus equipos de imagen y vestuario se habían encargado ya de dejarla lista para el show de aquella noche.

Faltaban cerca de veinte minutos para que tuviera que salir a dar su espectáculo, sin embargo antes de que hiciera aquello, debía encargarse de algo mucho más importante, y eso era alimentar a su pequeño.

Ya con los micrófonos puestos, preparada para cantar, la cantante tomó el recipiente celeste con la papilla de brócoli y zanahoria, y la pequeña cuchara de plástico para acercarse al niño.

Nicholas permanecía sentadito en su portabebés, pataleando contento sus regordetas piernitas y removiéndose con gran emoción en cuanto vio que su madre se acercaba con comida.

Nicholas permanecía sentadito en su portabebés, pataleando contento sus regordetas piernitas y removiéndose con gran emoción en cuanto vio que su madre se acercaba con comida

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A sus once meses de nacido estaba enorme, y para esos momentos la herencia de su padre era claramente visible en él.

Era idéntico a Emmet desde su cabecita rubia hasta la encantadora sonrisa y los ojitos tan grises como dos lunas en su fase completa.

Ariana le sonrió llena de amor, y observó en él tantas cosas de su amado, que sintió que lo extrañaba más que nunca.

Exhaló y evitó pensar en eso porque comenzaría a llorar y su maquillaje se arruinaría. Aquello retrasaría el concierto, y nada de eso era conveniente.

Se concentró entonces en alimentarlo mientras Kylie a su costado se encargaba de limpiarle la carita cada vez  que se manchaba.

El rubiecito balbuceaba feliz cada vez que recibía otro bocado. Sin duda alguna su actividad favorita en el mundo era comer, y Ariana se sentía muy afortunada al tener un hijo que le gustaran tanto las verduras. Sólo esperaba que cuando fuese mayor continuara siendo así.

En realidad se sentía muy orgullosa de él. Amaba verlo crecer y no perderse ni un instante de ese desarrollo.

Era su hijo. Era perfecto y era suyo. Suyo y del hombre al que amaba.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now