Capítulo 28

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En cuanto llegaron al hospital, y las enfermeras vieron el estado en el que había llegado la joven castaña, le pidieron a Emmet que la colocara en una de las camillas.

–¡Está embarazada!– gritó él desesperado. –¡Está embarazada y no deja de sangrar!–

–¡Emergencia! ¡Emergencia!– gritaron ellas comenzando a realizar la rutina para aquellos casos.

–¡Llamen al doctor Denzel!–

–¡Revisen los signos vitales!–

Ariana se encontraba recostada sobre la camilla. Le habían colocado oxígeno, y revisaban su presión mientras era llevada a toda velocidad hacia el quirófano.

Emmet tomaba su mano y corría junto a ella, sin soltarla.

Los ojos grises inundados en lágrimas, mirando a la mujer que tanto amaba, pálida, frágil y más vulnerable que nunca. Tan débil que le dolía a él mismo.

El doctor Denzel que había sido solicitado momentos antes, apareció rápidamente.

–¿Cuál es el cuadro de la ingresada?– preguntó prontamente.

–Embarazo con posible aborto natural. Disminución de la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Su respiración es nula–

–¡Llévenla a terapia intensiva!– ordenó entonces el doctor. –¡Intervendremos de inmediato!–

–Emmet...– Ariana abrió la boca con gran esfuerzo, y lo llamó en medio de su convalecencia.

Emmet limpió sus lágrimas.

–Vas a estar bien, preciosa, te prometo que vas a estar bien– él tomó su mano, y besó el dorso.

–Huye– le susurró ella. –Vete. Te...te atraparán–

Pero el rubio negó.

–Jamás te dejaré, Ariana. Jamás– juró.

Entonces llegaron hasta las puertillas del quirófano.

El doctor detuvo a Emmet.

–Lo lamento, señor, pero no puede entrar–

Los ojos del rubio no dejaron de mirar a Ariana hasta que la vieron desaparecer mientras el corazón le explotaba de angustia.

Entonces Emmet lo tomó de las solapas de su bata, apretándolo y sorprendiéndolo un tanto por tal reacción.

–Sálvela, doctor– le suplicó con voz rota. –Por favor sálvela, y salve a mi hijo–

El doctor sintió pesar por el dolor que vio en el rostro de ese hombre, y comprendió su violenta reacción.

Alzó las manos en señal pacífica.

–Haré todo lo que esté en mis manos. Se lo prometo. Por favor guarde la calma, y sea paciente– intentó tranquilizarlo, y después de eso entró por las mismas puertillas en las que habían metido a Ariana momentos antes.

Emmet se quedó entonces en la quietud de la sala de espera.

Colocó ambas manos hechas puño en la pared, e inclinó su frente sobre ella.

Nunca en su vida se había sentido tan inútil, tan aterrado.

Un aborto espontáneo, habían dicho las enfermeras.

Él había escuchado antes aquella expresión, sabía lo que significaba, pero jamás había imaginado que pudiese implicar tanta sangre, o que causara tanta desesperación, tanta angustia.

Un dolor incomprensible se desenvolvió  en su interior.

El corazón le bombeaba con descomunal fuerza, y su mente continuaba torturándolo con los recuerdos... Recuerdos de Ariana envuelta en sangre. El color rojo descendiendo de entre sus piernas, manchando el vestido color melocotón que había llevado.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now