Capítulo 18

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Ariana despertó, y por un instante que duró un milisegundo, no reconoció el lugar en el que se encontraba, tampoco la sensación de estar desnuda bajo las sábanas, sin embargo cuando se percató de que era Emmet, aquella dura y cálida almohada humana en la que se encontraba apoyada, sonrió.

Sonrió y cada uno de los momentos vividos la noche pasada revivieron en su cerebro haciéndola arder internamente.

Él encima de ella, su cuerpo endurecido y pesado, el rigor con el que la penetraba, y los ojos plateados que no dejaron de mirarla, mientras ella gemía y se retorcía de placer.

Después de que los dos se perdieran en el más exquisito éxtasis, habían dormido, muy cerquita el uno del otro, ella recostada sobre su pecho, él alargándola en sus brazos mientras sus piernas se entrelazaban al igual que sus corazones.

De pronto Ariana no se pudo creer lo segura que se sentía ahí junto a ese rubio, en su cama. Más protegida que nunca antes.

Tenía la certeza de que a su lado nada malo ocurriría.

Lo miró entonces, y su corazón completo rebozó de ternura.

Era un hombre grande, gigantesco, exudaba poder y testosterona. Parecía un tigre, siempre preparado para el peligro, sin embargo ahí, mientras Ariana lo miraba dormir, no pudo más que pensar en lo adorable y tierno que se veía. Dormido no parecía tan feroz. Su cabeza se encontraba apoyada contra la almohada, y tenía la respiración serena y profunda. Tenía más bien una apariencia infantil bastante encantadora.

Sí, eso era. Emmet parecía un niño pequeño, y Ariana se giró para seguir admirándolo.

En medio de aquel movimiento, lo vio sonreír, revelando que no había estado tan dormido como le había hecho creer.

–No te muevas– le rogó todavía con los ojos cerrados, y la tomó en sus brazos pegándola de nueva cuenta a su pecho. –Te lo ruego, no te muevas–

–¿Por qué?– preguntó ella.

–Porque no quiero despertar si esto es un sueño–

La respuesta de Emmet la dejó sin aliento, y la hizo sonrojarse justo al tiempo en que el rubio abría los ojos para mirarla.

La mirada masculina se clavó en ella, y recorrió con deliciosa lentitud cada perfecta y delicada facción.

Su corazón se desbocó.

–Joder. Es increíble lo bonita que eres al amanecer...– continuó mirándola. –Eres preciosa, Ariana– Emmet se alzó sobre ella, y la besó ávidamente deleitándose en la sensación, contento de tenerla ahí, y de saber que se encontraba tan feliz como él mismo. Todavía tengo miedo de que desaparezcas de pronto, y seas sólo producto de mi imaginación–

 Todavía tengo miedo de que desaparezcas de pronto, y seas sólo producto de mi imaginación–

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Sonriendo, la cantante negó.

–Estoy aquí, Emmet– tomó su rostro palpando con fascinación la barba que parecía más abundante a cada día que pasaba. Lo acarició, y le pareció increíble sentir que el amor que sentía por él se había multiplicado solamente en una noche.

Corazón Rendido® (AG 3)Where stories live. Discover now