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La tensión entre Héctor y yo durante aquella comida, se estaba haciendo casi insoportable.

Habíamos quedado en comer juntos durante mi descanso del trabajo. Era algo que hacíamos juntos tres o cuatro veces a la semana, casi siempre en el mismo restaurante, que no quedaba lejos de la clínica en la que yo trabajaba.

Disponía de cuarenta y cinco minutos libres y allí nos servían rápido; además de darme el tiempo suficiente para disfrutar de la compañía de Héctor un ratito, rompiendo con la rutina. A veces hasta nos daba tiempo de dar una vueltecita antes de volver al asunto.

Aquél día sin embargo, parecía que las cosas entre nosotros no fluían, y el problema es que ambos sabíamos que era por la sombra de Ana, que volvía a asomarse en mi vida. El día anterior, en forma de cena.

Cuando el segundo silencio incómodo en lo que llevábamos de comida se instauró entre nosotros, dejé el tenedor a un lado, suspiré, y me decidí a hablar.

—Mira Héctor, sé que te lo tendría que haber dicho. Lo de la cena de ayer, digo. Pero es que no le di importancia, no más de la que tiene.

Mi chico me miró con una ceja arqueada.

—Somos un equipo Miriam, creo que lo sabes de sobra —me soltó, apartando la vista de su plato para mirarme directo a los ojos. —Lo mínimo que espero después de tantos años de relación, es confianza suficiente por tu parte como para contarme que vas a una cena de amigos organizada para darle la bienvenida a tu ex.

Asentí, y Héctor siguió hablando.

—No quiero volver a las discusiones que tuvimos durante junio por este tema, Miriam. Necesito que me digas que el tema Ana está olvidado, por favor. Que no sientes nada por ella —mi novio me agarró la mano por encima de la mesa y la acarició suavemente. —Sabes que confío en ti, no quiero más explicaciones, no hace falta que las des, de verdad. Siempre y cuando me jures que no sientes nada por ella y que vuelves a ser la Miriam de siempre, mi Miriam.

Le dediqué una sonrisa tierna, aunque internamente, me pregunté qué significaba ser "la Miriam de siempre". Definitivamente, mi relación pasada con Ana me había cambiado. A veces echaba de menos cosas que no podía esperar de mi relación con Héctor; cosas que él no podía darme, aunque me aportase otras que eran también muy buenas.

—No siento nada por ella —respondí, aun sabiendo que eso no era del todo verdad.

Pero es que la verdad, no la sabía ni yo.

O quizás sí pero no quería verla, no quería darme cuenta.

Mi vida con Héctor era, sin duda, mil veces más fácil que con Ana. Siempre lo había sido, y siempre lo sería. Eran muchos años juntos, era nuestra estabilidad, nuestro pequeño mundo, nuestra comodidad, nuestra familiaridad. Era un entorno en el que los dos teníamos el control de la situación. Cosa que nunca se podía decir cuando hablaba de mi relación con Ana.

—Te quiero Héctor —dije, antes de inclinarme un poco por encima de la mesa y besarle.

Él sonrió satisfecho al separarnos, acariciándome la mejilla.

—Lo sé, bonita. Y yo a ti.


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Había estado deseando que llegara el viernes con ansias.

Al fin y al cabo, seguía siendo el día en el que me encontraba con Las Amigas. Podían pasar los años, pero a nosotras todo el mundo nos seguía llamando igual, y seguíamos siendo tan inseparables como cuando estábamos en el instituto. O en la universidad, daba igual.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now