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Localicé a Mary junto a Nerea, tal y como las había dejado antes. Ambas tenían copas en sus manos y hablaban animadamente. Aitana también estaba allí, y de hecho, fue la primera en verme.  Por su posición corporal, interpreté que ya llevaba un rato nerviosa, esperando que alguna de las dos saliera del baño. Supongo que por eso no dudó en adelantarse a las demás y acercarse a mí.

—Miriam —dijo, con una voz casi temerosa.

Pero negué con la cabeza; estaba demasiado furiosa. Y me entendió. 

Así que, después de apretarme cariñosamente el brazo, me dejó atrás, yendo en dirección al baño. La paciencia que mi prima tenía con Ana, era algo digno de admirar. Aunque supongo que la mía con la morena, también lo era. 

Pero todo tenía límites, lo acababa de comprobar.

Las emociones se me amontonaban y casi no me di cuenta de como mis pies me habían llevado hacia Mary y Nerea.

—¿Estás bien?

Las palabras que Mary pronunció, eran las únicas que no debería de haber dicho. Primero porque no sabía mentir; segundo porque no lo estaba. ¿Cómo iba a estarlo después de ver la reacción celópata de Ana en el baño? Su egoísmo me dolía más que nada.

Así que negué otra vez, repitiendo el gesto que le acababa de hacer a mi prima, con un nudo en la garganta. Siempre aguantaba hasta que explotaba, y no quería hacerlo allí.

Mis sentimientos se encontraban otra vez, el pasado colisionando con el presente, dejando en mis manos un futuro que no sabía gestionar. Y la verdad era que Ana no me lo ponía nada fácil en cuanto a esa tarea se refería. 

Porque Ana, ni se iba ni se quedaba. Estaba allí. Obstaculizando.

Todos los altibajos, los acercamientos y recesiones que habían tenido lugar entre nosotras desde su llegada... ¿Cómo se frenaba aquello? Si ni estando con Mimi, Ana podía dejar de meterse en mi vida. Y yo, situada en el punto inicial de tener algo con Mary, con la ilusión que comporta empezar a conocer a alguien nuevo, era capaz de besar a Ana estando la otra en la sala contigua.

Recordé las palabras que me había dedicado mi hermano unas semanas antes: "no sé cómo lo haréis, pero terminaréis juntas". En aquél momento, una parte de mí le había creído, aunque yo no quisiera... Pero es que ahora me daba la sensación de que, con la finalidad de acabar juntas, nos estábamos cargando algo que todavía no había ni siquiera empezado.

Estábamos sembrando un terreno de toxicidad, quizás esperando inconscientemente, que de allí saliera algo bueno, algo estable. Y era muy difícil.

—¿Quieres que...? —las palabras de Mary quedaron al aire mientras que se fijaba en un punto por detrás de mí.

Observé sus labios entreabiertos y me di la vuelta para ver a Ana salir del baño con los ojos llenos de lágrimas, seguida de una Aitana que tiraba de ella para que volviera a entrar a los servicios.

A veces envidiaba aquella forma de ser: Ana siempre hacía lo que mejor le iba a ella; lo que pensaba te lo dejaba caer y eras tú la que tenía el marrón de cómo gestionarlo. En cambio, yo prefería estar jodiéndome, pasándolo mal sin que nadie supiera nada, antes que incomodar a un tercero. Y desde luego que nunca se me ocurriría armar follón en la fiesta de unos amigos, en una noche tan especial como aquella, en la que Amaia y Alfred merecían todo el protagonismo.

Quizás Ana no había cambiado tanto, después de todo.

—¿Quieres que nos vayamos? —preguntó Mary, retomando su frase de antes.

Devolví mi atención hacia ella, notando su mano en mi brazo. Sus ojos me miraban con una mezcla de compasión y desconcierto, pero me dio más pena por ella que por mí. Ya se podía imaginar lo que había pasado.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMМесто, где живут истории. Откройте их для себя