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Mi tía estaba sirviendo los cafés cuando los más jóvenes decidimos ir a las habitaciones para echarnos una siesta.

Las comidas familiares, y más en fiestas, eran demasiado copiosas, teniendo en cuenta que la mitad de los presentes estábamos sufriendo un poco de resaca; en mayor o menor medida. Aunque todos habíamos dormido más de seis horas, la calidad del sueño no era la misma después de una noche de fiesta, y a Aitana se le estaban cerrando los ojos en el sitio.

Efrén e Inés fueron los primeros en pedirle permiso a la madre de Aitana para retirarse a la habitación de invitados; mientras que Nerea, Aitana, Héctor y yo, nos fuimos a la habitación de esta última. Ellas dos se tumbaron en la cama principal, y mi novio y yo hicimos lo propio en la cama supletoria que podía sacarse de debajo de la otra.

—¿Queréis cenar con nosotras esta noche? —propuso Aitana, abrazada al cuerpo de Nerea.

Raoul y Agoney cenaban con sus padres y Héctor no podía salir a causa del partido que le esperaba el día siguiente, así que el plan tampoco me parecía tan malo. El chico me estrechó entre sus brazos, mientras yo dibujaba círculos con el dedo en su camisa, recostada en su pecho.

—Héctor no puede, que mañana juega —respondí por él, con los ojos cerrados. —Pero yo sí que me apunto.

Mi novio acarició mi costado y giró su cabeza hacia la pareja de chicas.

—¿Quién más vendrá? —preguntó, haciendo que me tensara.

Aunque su voz denotaba tranquilidad, yo sabía que, obviamente, lo preguntaba por Ana.

—Pues... Amaia y Alfred —respondió Nerea, simplemente.

Un silencio se instauró en el cuarto. La verdad es que yo pensaba que Ana también vendría, por lo que me sentí un poco decepcionada. ¿Si no estaba Mimi y tampoco cenaba con nosotras, con quién iba a cenar y salir aquella noche?

Héctor giró su cabeza hacia el techo de nuevo, luego se inclinó para dar con mis labios y besarme dulcemente. Pero mi cabeza estaba en otra parte.

—No pensaba que llegarías tan temprano a casa —me dijo en voz baja.

—Ya...

—Pero borracha sí ibas, porque la de emoticonos que me metiste en el mensaje...

Puto Agoney.

—Bueno, un poco sí —respondí escueta.

No me sentía cómoda hablando de la noche anterior, no quería mentirle y por eso me limitaba a responderle con lo mínimo.

—No quería agobiarte ayer antes de irme, pero ya te dije que muy tranquilo no estoy sabiendo que Ana ronda por aquí.

Suspiré sin dejar de mover mis dedos encima de la tela de su camisa.

—Cariño... Ana tiene novia y cero interés en mí —respondí bajito. —Y yo estoy contigo, así que olvídalo, por favor.

Héctor asintió y me besó seguidamente. Pero yo no podía dejar de pensar en que tenía que poner orden en mi cabeza porque no podía seguir entre dos aguas.


🦋🦋🦋


Nos tiramos la tarde tumbados, vagueando en casa de mis tíos, hasta que decidimos ir a casa y al poco rato, empezar a arreglarnos para la noche. Héctor se fue a Madrid y yo me duché por segunda vez en aquél día, para quitarme el sueño de las pestañas.

Me hice un café acto seguido, para aguantar bien la noche, y decidí qué me iba a poner para salir. Unos pantalones negros de cuero, un body de encaje del mismo color, y una cazadora plateada, fueron mi elección. Por alguna razón, decidí plancharme el pelo. Hacía mucho que no lo hacía, y como las ocasiones en que salía eran pocas, ¿por qué no aprovechar? Entre secármelo, aplicar productos para no machacarlo mucho y para que el liso fuese más duradero, y planchármelo, pronto llegó la hora de irme.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora