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No vi a Ana en todo el fin de semana.

Bueno, eso de no verla es un poco subjetivo, porque el Instagram de mi prima estaba lleno de ella. Al parecer estaban recuperando el tiempo perdido, y aprovechando que Ana aún no había empezado a trabajar, se pasaban el día juntas, de un lado a otro.

No pensaba que fuese humanamente posible ir a tantos sitios en un mismo fin de semana. Y Nerea con ellas, obviamente. Por lo que no podía ni hablarle ni contarle mis movidas sabiendo que estaba con la otra todo el rato.

Me propuse hasta silenciar a Aitana; pero no lo hice porque bueno... porque no. No estaba en edad de hacer aquellas cosas. No había silenciado ni a Héctor cuando me dejó por otra, no lo haría ahora por Ana después de tanto tiempo. No tenía sentido alguno.

Así que me volqué en mi relación todo lo que pude, pasando tiempo con Héctor y sus amigos, yendo al cine el sábado por la noche y acudiendo al partido que jugó el domingo. Edu, su mejor amigo y con el que había compartido carrera y máster, también acudió al partido con su novia de hacía unos meses: Leire. Los tres estuvimos en la grada hablando y animando al equipo.

Empezaba a ser tarde, pero el sol de verano aun apretaba y la temperatura era agradable. Leire y yo nos habíamos comprado un helado a medias mientras esperábamos en el aparcamiento exterior del campo de futbol, a que Héctor se duchara y se cambiara en los vestidores.

—Felicidades, campeón —saludé a mi novio cuando por fin salió y caminó hacia nosotros.

Le rodeé el cuello con mis brazos y lo besé, mientras él me abrazaba por la cintura y me respondía al beso con ganas.

—Vaya partidazo te has marcado, máquina —le saludó Edu, chocándole la mano.

—La verdad es que ha estado entretenido, teniendo en cuenta que no me entero de nada relacionado con el fútbol —comentó Leire, haciéndonos reír a todos.

La chica era bastante divertida. Llevaba el pelo de color caoba y tenía unos ojos entre verdes y marrones. La veía parecida a Edu en cuanto a carácter, aunque ella era un poco más tranquila que él. Me la había presentado a principios de verano y habíamos congeniado bastante, así que lo de las citas dobles lo llevábamos bien.

—Bueno, pues está bien saberlo —se rió Héctor. —Pero estoy reventado.

—Tendrás que pedirle a la fisio de turno que te haga un masajito, entonces —dijo Edu, guiñándome un ojo.

Yo le saqué la lengua divertida.

—¿Nos vamos a cenar? —preguntó Leire. —O hacemos algo. El día está súper agradable como para irse a casa ya.

—Sí, por favor —acordé yo. —Que hoy ya es domingo y necesito alargar el fin de semana.

Necesitaba desconectar y estar fuera del pueblo un ratito más. Con ellos estaba entretenida y no pensaba en el Instagram ni en Ana. Si el día siguiente era tranquilo en el trabajo, mi mente no dejaría de pensar en ella.

—Por mí, bien —asintió Héctor.

—Pues venga, nos hacemos un McDonalds —decidió Edu.

—Joder, cari. ¿No podemos ir a un restaurante más...?

Edu bufó y Héctor se echó a reír.

—Podemos ir a comer sushi —propuse yo, llevándolo a mi terreno.

—Miriam, que a nosotros no nos gusta, ya lo sabes —se quejó Edu.

—Qué desgracia de hombres —dijo Leire, apoyándose en el coche y cerrando los ojos dramáticamente.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora