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La reunión de todos los viernes con Las Amigas, no estaba teniendo altibajos. Me quedé calladita en cuanto al tema Ana, ya que no quería poner a Mireya de los nervios. Todos creían que seguía con mi plan de olvidarla y centrarme en Héctor, que básicamente, era lo que estaba intentando hacer. Y algunos días se me daba mejor o peor. 

El día anterior se me había dado de pena, la verdad; con todo el lío de Yaco, de la clínica, y los mensajitos por la noche. Pero tampoco había hecho nada fuera de lo normal, y al final había terminado en la cama de Héctor, dónde durante la madrugada me había desvelado y por fin había conseguido hacerlo con él sin imágenes intrusivas en mi cabeza.

Aquél viernes me aseguré de conducir yo y de no beber hasta el punto de tener que recurrir a Aitana para que me viniese a recoger. Toda la velada estaba yendo perfectamente; hablamos de Yaco y del susto que pasamos, Nerea nos contó las novedades en su curro, y Mireya habló emocionada del viaje que haría la semana siguiente a Málaga, para empezar a visitar distintos lugares en los que celebrar su boda en el mes de mayo. 

Sería un bodorrio espectacular. Tanto ella como Rafa, su pareja, tenían claro que querían una boda por todo lo alto, con familiares, amigos, y conocidos de ambos. Yo iba a ser su dama de honor y la verdad es que, a pesar de saber que Mireya me iba a torturar queriendo que me probara mil vestidos y repitiéndome mil veces todo lo que tenía que hacer para que la ceremonia fuese perfecta, me hacía especial ilusión. Era mi mejor amiga, y se iba a casar. La primera boda de Las Amigas. Seguramente también sería la primera en ser madre.

El caso es que toda la noche estaba transcurriendo con normalidad, hasta que Raoul abrió su Instagram y soltó un gritito ahogado. Sus ojos se abrieron como platos y esbozó una sonrisa maliciosa.

—¿Qué pasa? —preguntó Agoney, que no alcanzaba a ver lo que Raoul estaba mirando en su móvil.

Yo, que lo tenía al lado, ladeé mi cabeza y la apoyé en su hombro, cotilleando la pantalla del dispositivo. Chasqueé la lengua y me reí cabeceando, volviéndome a sentar bien en el sofá.

—Mañana por la noche celebran una fiesta de reggaetón en el Spice, y parece que a tu novio le hace mucha ilusión ir —dije pícaramente.

—¿En serio? —preguntó Agoney, mirando hacia Raoul, quién le puso unos ojitos suplicantes.

—Sí, algo leí —dijo Mireya, que para variar, estaba enterada de todo. —Me encantaría ir, la verdad. Tengo ganas de un buen perreo —añadió convencida, desde su sillón habitual.

—Uuuuuh —hizo Nerea, divertida. —Yo voy a ir sí o sí, con Aitana.

"Y con Ana también", pensé yo. Difícilmente la morena se perdería algo así. O por lo menos, no su versión antigua.

—¿Vamos? —preguntó Raoul, esperanzado.

Agoney asintió, haciendo una mueca de conformidad.

—A mí me parece bien —dijo el canario.

—Yo... no sé —comenté, rascándome la cabeza.

—¡Amiga! ¿Cómo que no? ¡Tú la primera! —chilló Mireya. —Claro que vas a ir. Si te gusta el perreo tanto como a mí.

Suspiré. Mireya tenía tanto ojo para las cosas y ahora se le pasaba por alto el elemento principal por el que no quería salir al Spice al día siguiente.

—Venga Miri, anímate. No salimos juntos desde las fiestas.

—De eso hace apenas dos semanas, Raoul...

—Ay, ¿y qué? Va, por favor... Piensa que Mireya se nos va a ir en nada y...

Vale, aquél era el recurso fácil para convencerme. Pero era la verdad; en enero, Mireya ya se trasladaría a Málaga para vivir con su prometido. Y no tenía sentido intentar negarlo: vernos se iba a complicar muchísimo, una vez que todos empezáramos a tomar distintos caminos.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now