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—¿Dónde estabas? —preguntó mi madre en cuanto entré por la puerta.

Ni siquiera tuve tiempo de cerrarla, que mi madre me bloqueó el paso con la chaqueta puesta y el bolso en la mano. Las luces de la casa estaban apagadas, sólo la del recibidor estaba encendida, por lo que entendí que, o acababa de llegar, o estaba lista para irse. ¿No íbamos a cenar juntos?

—Ya te lo he dicho, en el bar de Mireya. ¿Vas a salir?

—Sí, y tú también. Nos hemos encontrado a tus tíos por Madrid y bueno, al final cenamos en casa de tus tíos, tu padre ya está allí. He venido a buscarte porque pensaba que ya estarías en casa.

—Vaya, lo siento —dije, algo sorprendida por el repentino cambio de planes. —¿Llevas mucho rato esperando?

—No, cinco minutos —mi madre pareció tranquilizarse, pero todavía parecía un poco alterada y no era capaz de entender por qué. —Sino ya te hubiese llamado. ¿Por qué no subes y te cambias mientras yo busco un vino que llevar a la cena?

Fruncí el ceño.

—¿Por qué tengo que cambiarme?

—Es que creo que la tía quiere celebrar un poco tu cumpleaños, ¿sabes? Aitana va a estar y seguro que quieren hacerse mil fotos... Ya sabes como son. ¿Vas o no?

—Eh... Sí, sí. Pues ya voy —dije, dirigiéndome hacia las escaleras.

Mi familia cada día era más rara. Si el plan era celebrar mi cumpleaños el día siguiente, ¿a qué venían esas prisas para montar una cena justo la noche antes? Mis tíos, los padres de Aitana, eran un poco extra, mucho más que los míos, así que tampoco era para sorprenderse. Pero al ver a mi madre tan nerviosa... Quizás ella en realidad no quería ir y sus cuñados la habían arrastrado a ello. No sería la primera vez.

Tampoco quería arreglarme demasiado... Y mi madre parecía tener prisa, así que supuse que me lo agradecería si no la hacía esperar mucho. Abrí uno de los cajones del armario y saqué un jersey blanco. Encima me puse un vestido de tirantes negro y floreado, y lo combiné con unas Vans. No era un conjunto muy de arreglar pero por lo menos no llevaba puesto lo que había usado todo el día. Y tal vez si me alisara el pelo...

—¡Mamá! —grité por el hueco de la escalera.

—¿Qué? —respondió mi madre, entrando en mi campo de visión.

—¿Me da tiempo a plancharme el pelo un poquito?

—¡¿Qué?! No Miriam, si hubieses llegado antes, pues a lo mejor. Pero cariño...

—Vale, vale. Pues nada. Ya bajo —dije cansadamente.

Qué prisas así de repente.


🦋🦋🦋


Supongo que pasé por alto muchos detalles, porque realmente, consiguieron sorprenderme. En mi cabeza tendría demasiadas cosas en las que pensar, porque es que hacía unas horas que todo gritaba "fiesta sorpresa". Sin embargo, cuando mi tío Cosme nos abrió la puerta sonriente y nos condujo hasta el salón, y vi las luces abriéndose de repente y toda aquella gente gritando "Sorpresa!", aluciné.

—¿Pero qué hacéis? —pregunté, mis ojos moviéndose de un rostro a otro.

Aitana se me abalanzó reteniéndome entre sus brazos, y pronto noté los de Nerea uniéndose al abrazo.

—¡No sabes lo que me ha costado callarme esto! —me dijo en el oído, provocando mis risas.

Rodé los ojos y preferí no comentar el desliz que cometió Aitana al preguntarme si Héctor... Héctor. Me separé del abrazo de las chicas y mientras que mis tíos se me acercaban, intenté escanear la sala en busca de mi ex. Mi madre había sabido sobre nuestra ruptura el día anterior, no me extrañaría nada que lo hubiese invitado de todas formas.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now