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Con el sonido de la ciudad de fondo, Mary y yo nos perdíamos entre besos apasionados y caricias que se liberaban después de haberse contenido algún que otro tiempo. Había unas pocas luces encendidas en el edificio de enfrente, pero estaba a una distancia completamente prudencial como para que nadie nos viera.

La única mujer con la que había estado era Ana, y esa inquietud se mezclaba con los nervios que me provocaba la presencia de Mary en general. Pero no eran nervios desagradables, sino que lo estaba disfrutando. Era raro y a la vez emocionante estar recorriendo un cuerpo al que no estaba acostumbrada. Mis manos se sabían solas el camino a recorrer con Héctor, y, a pesar de que Ana había crecido, su cuerpo seguía sin tener secretos para mí. Pero esta vez no, era como empezar de cero. Y me gustaba.

Las manos de Mary no tardaron en escalar por mi abdomen y rozar mis pechos por debajo, mientras que ponía toda su dedicación en besar y morder mi cuello. Me sentía como una quinceañera con las hormonas disparadas cuando, además, fueron los pulgares de Mary los que rozaron mis pezones, haciendo que se endurecieran en milésimas de segundo.

Luego dejó de prestarles atención brevemente, para coger mi camiseta por los bordes y quitármela.

—¿Estás bien? —preguntó Mary, riéndose levemente, con la respiración completamente agitada.

—Sí —me reí yo. —Estoy muuuy bien —dije con una sonrisa de oreja a oreja, antes de sujetar con ambas manos su rostro y volver a besarla con ganas.

—¿Quieres que siga? —preguntó, poniéndose algo más seria.

Tragué saliva y asentí. Me apetecía muchísimo. Ella sonrió y entonces se quitó su propia camiseta, tirando de mí otra vez para que nuestros cuerpos se acoplaran y nuestras pieles se rozaran. Solté un gemido ante el contacto, porque Mary me estaba volviendo loca.

Mi corazón iba rápido y ni siquiera estaba barajando la posibilidad de que los vecinos nos pudieran oír. Al fin y al cabo, lo estábamos haciendo en un balcón.

—Eres una puta diosa —susurró Mary, antes de morderme el lóbulo de la oreja.

Y yo gemí otra vez, porque la tenía debajo de mí besándome, mordiéndome y diciéndome aquellas cosas que lo único que hacían era encenderme más y más. Finalmente, tuvo misericordia y noté su mano deslizarse por mi abdomen, llegar hasta mi ombligo y juguetear un poco con los bordes de mi ropa interior.

—Mary, por favor...

La chica paró, me movió para que quedase yo debajo de ella, y aprovechó el momento para retirarme los pantalones. Pero tampoco es que fuese al grano. Pasó sus manos por la tela ya más que húmeda de mi ropa interior, y se deleitó con mis quejidos suaves.

—Me estás volviendo loca —susurré.

—Déjame disfrutarte un poco, que llevo mucho tiempo queriendo esto...

¿Sería verdad entonces, eso de que le había gustado desde que me había visto y que había pensado que tenerme así sería complicado? Estaba acostumbrada a recibir cumplidos, pero los suyos, no sé por qué, me halagaban mucho más de lo normal. De todas formas no pude pensar mucho sobre aquello, porque en cuestión de segundos noté su mano abriéndose paso por el lateral de mi ropa interior y tocar mi sexo sin telas de por medio.

Mi espalda se arqueaba involuntariamente, haciendo que mi cabeza se hundiese entre los cojines del banco. No recuerdo muy bien lo que ella hizo, solo sé que sentí sus dedos en mi interior y la humedad de su lengua en mi exterior, y que cuando estallé en un escandaloso orgasmo, ambas nos miramos y reímos llenas de una complicidad especial.


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Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now