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Se había levantado algo de  viento, que movió mis rizos y despeinó algunos mechones de Ana. A pesar de lo molesto, ninguna de las dos pensó en colocarse bien el pelo, con los ojos fijos la una en la otra. 

Aquél momento podía llegar a ser muy decisivo. Quizás el que más desde su vuelta. Y mira que nos habían pasado cosas, que habíamos tenido encuentros y encontronazos. Pero parecía que finalmente, las cartas estaban sobre la mesa, esta vez, sin terceros ni pretextos.

Solo Ana y yo.

—Miriam... —susurró. Sus ojos volvían a estar brillantes, y no pude evitar desplazar mi mano de forma que tocase las suyas, todavía encima de su regazo. —Ayer no sabías que Mimi y yo ya no...

Me reí de forma irónica cuando entendí lo que la morena me estaba intentando decir.

—Pero Ana... Que esto no tiene nada que ver. No importa la situación en que yo pensara que tú estabas, sino en lo que sentía yo. Y lo que yo siento ya sabes lo que es. No puedo decirle la verdad a todo el mundo y mentirme a mí misma. A cierto punto hay que reconocer las cosas y actuar acorde.

—Y eso es lo que tendría que haber hecho yo —reconoció Ana, que parecía no estar nada feliz con las decisiones que había ido tomando últimamente. —Eres tan legal en todo...

—Eh —la detuve. —Creo que no es momento de arrepentirse de nada. Todo pasa por algo, Ana. Y ahora estamos aquí, ¿no?

—Es que he querido llegar a este punto todo este tiempo...

—A lo mejor la hemos liado tanto porque teníamos que darnos cuenta que la situación no era sostenible.

Una sonrisa tímida se dibujó en sus labios mientras que asentía lentamente y apretaba mi mano entre las suyas. Luego me miró con más intensidad, si es que era posible.

—Tengo miedo —musitó la morena, aunque no lo dijo en un tono demasiado serio. 

—¿De qué? —pregunté, acariciando su mano.

—De equivocarnos. De no hacer bien las cosas... 

—Yo también, Ana... Pero es que te juro que las ganas que tengo de intentarlo lo superan con creces —respondí. —No quiero estar más entre dos aguas contigo, no nos merecemos esto —Ana me miraba con los ojos húmedos y una expresión dulce en su rostro. Yo era más de emocionarme que no ella, pero diría que en aquél momento, ambas lo estábamos por igual. —Y ojo, que no te estoy diciendo que nos lancemos de cabeza a estar en una relación, pero...

—Pero también podríamos hacerlo —sonrió Ana de lado, acercando su rostro al mío intencionadamente.

Me dieron ganas de reírme al ver su cara, pero casi no pude hacerlo cuando los labios de Ana impactaron contra los míos. Así que me limité a cerrar los ojos y sonreír en el beso, notando también su sonrisa sobre mi boca, saboreando aquél momento que tanto tiempo llevaba esperando.

Y es que sonará a cliché, pero besar a Ana era como volver a casa; como sentir que todo estaba en orden, por muy caóticas que se pusieran las cosas a veces. Lo que sentía cuando besaba a la morena, no lo había sentido nunca con nadie...

Agarré su cara con ambas manos, notando sus mechones caer por encima de mis dedos, con los que acariciaba sus mejillas suavemente. Las manos de Ana se aferraron a mi cuello, ejerciendo algo de presión, tirando hacia ella como si no quisiera dejarme marchar. Y no, no quería marcharme.

Su lengua se abrió paso: a fin de cuentas siempre había sido la más lanzada; y la mía la recibió encantada. Era agradable podernos besar así, sin rencor, sin prisa, sin la tensión contenida de las otras veces... Pero como siempre, nos habíamos metido en una burbuja y nos olvidamos de que solas, lo que es solas, no estábamos.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now