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Noviembre siempre me había parecido un mes especial. Quizás porque en el pueblo, el frío empezaba a ser notorio, sumiéndonos en el invierno que allí llegaba antes. A pesar de ser bastante friolera, siempre había preferido las estaciones frías a las cálidas; y me encantaban todas las posibilidades que daba aquella estación del año. Volver a encender la chimenea del salón, tomar chocolate caliente, dar paseos por el bosque cuando la nieve nos visitaba...

Además, noviembre era el mes en el que Ana y yo celebrábamos nuestra fecha. Nunca habíamos tenido un día claro en el que nos pedimos formalmente salir juntas, ya que la cosa se había ido dando con los días, pero la primera vez que nos besamos fue la madrugada de un dieciocho de noviembre, y ese día y ese beso que nos dimos en la habitación de invitados de casa de Raoul lo cambiaron todo. Claro que con todas nuestras idas y venidas, era difícil de calcular los años o el tiempo que realmente habíamos estado juntas, así que bueno, ese día nos celebrábamos a nosotras y al hecho de estar juntas, más que un número de años concreto.

Lo más gracioso de todo era que el día que celebrábamos era domingo, pero claro, lo íbamos a celebrar más a gusto un sábado. Y total, a partir de las doce ya estaríamos en la fecha correcta. Así que para aquella noche, yo propuse cenar por Madrid e ir a tomar algo por ahí, ya que sabía que Ana estaba más dada a salir que yo y quería que lo pasara bien; sin embargo, fue ella misma la que me dijo que lo celebraríamos en casa de Noe, que su tía tenía planes con unos amigos y no estaría, y que a ella le apetecía cocinar para mí.

—No sabes el rato que llevo arreglándome —soltó Ana en cuanto me abrió la puerta.

Siempre estaba guapa, pero la verdad es que aquél día, se había superado. Unos tirabuzones adornaban su pelo y llevaba un vestido corto de manga larga, de una tela que parecía terciopelo, en un color burdeos. Aquél color le sentaba genial, siempre lo había pensado. Además, se había maquillado a conciencia, más de lo normal, pero acorde a la situación. Sus ojos estaban perfilados de manera felina, y sus labios pintados a conjunto con el vestido.

—¿Qué dices? —reí, mientras dejaba un beso en sus labios y entraba en la casa de Noe, dándome cuenta de que estaba alumbrada tenuemente, como preparada para nuestra cita.

—Pues eso. Que sabía que estarías preciosa y tenía que estar a la altura. Y obviamente, no me he equivocado —añadió algo más bajito, dándome uno de sus repasones que, siendo sincera, me encantaba que me diera.

Pantalón blanco, ceñido, y una camisa negra con algunas transparencias. Quizás no me había arreglado tanto como ella pero me había alisado el pelo y me había puesto unos tacones bastante elegantes que no solía usar para salir de fiesta porque la verdad, me destrozaban los pies. Sabiendo que la cena era en casa de Noe y que después no iríamos a ningún sitio, me los había puesto porque daban el pego. Como mucho iríamos al Spice, si llegábamos, porque algo me decía que a Ana le apetecía que estuviéramos ella y yo, sin nadie más.

—¿Has cocinado vestida así? —pregunté, levantando una ceja.

Ana negó con la cabeza.

—Acabo de cambiarme, boba. Te piensas que me arriesgaría a mancharme...

—No, desde luego que no —reí a la vez que ella cerraba la puerta y me señalaba el salón.

Me quité la chaqueta y la dejé colgada en el perchero del recibidor.

—¿Necesitas ayuda? 

—No, tú solo siéntate ahí —me ordenó la morena.

Cómo le gustaba mandar.

—A sus órdenes —bromeé, caminando hacia el salón.

Abrí la boca ligeramente al ver la dedicación que le había puesto Ana a aquella cena. La mesa estaba decorada con un mantel que no había visto en la vida y que conociéndola, podía haberlo comprado tranquilamente solo para la ocasión. En la mesa había velas, las luces estaban bajas, y había un ramo de rosas en medio, que no pude evitar tocar en cuanto lo vi.

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now