❧ Epílogo

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Hace tiempo escribí el epílogo de un fic que se llamaba "Que lo bueno está por llegar"... No sé si os sonará 🤭 El caso es que dije que era el epílogo más largo que había escrito nunca, pero era mentira: este lo es un poco más. Así que simplemente os invito a leerlo, pero antes, os doy las gracias una y mil veces más por haber seguido leyéndome en esta historia, a pesar de las temporadas de actualizaciones poco constantes que ha habido.

Me decidí a escribir esta segunda parte por vosotrxs, porque me lo pedisteis muchísimo y porque supongo que, al fin y al cabo, todavía les quedaba mucha historia y un buen final feliz por contar a estas dos. Pero no es ningún secreto que he tenido crisis de inspiración bastante serias durante el fic, y si seguí escribiendo a pesar de eso era porque al final, esto es algo dedicado a todas las personas que leyeron QLBEPL, que me dieron las gracias por ello (y denunciaron por el final 😂), y que me contaron que había significado algo en sus vidas o que les había hecho sentir X cosas mientras me leían; y sinceramente, creo que eso es lo más especial que te pueden llegar a decir cuando escribes.

Así que gracias otra vez por leer, por los votos y por los comentarios que me habéis dejado día a día. No podría ni enumerar las personas, momentos y cosas buenas que escribir en Wattpad (y sobretodo, escribir QLBEPL 1 y 2) ha traído a mi vida. Algo que no sería posible si no hubiera personas como vosotrxs que me leen en cada fic que hago, incluso si no siempre es sobre su shippeo favorito o sobre lo que suelen leer. Significa mucho para mí, y si en mis manos está, nos seguiremos leyendo en breves 🤗💖 

Y ya está, no me enrollo más. Os dejo con estas dos. ✨


🦋🦋🦋


—Mamá, ¿queda mucho? —preguntó Martina, inquieta, en el asiento trasero.

—Cariño, me lo has preguntado hace cinco minutos —respondí, girándome levemente para ver a la niña. —Queda lo mismo que antes, pero ya estamos muy cerca.

Martina, con su pelo oscuro y sus ojos chocolate, había salido mucho más movida que su hermano mayor, Eloy. El rubito de pelo rizado que se sentaba en la ventanilla opuesta, tenía una tablet entre las manos, en la que estaría viendo sus dibujos favoritos. Yo no era muy partidaria de que usara esas cosas con solo diez años, pero tengo que reconocer que para el coche, era útil. Cuando cantar canciones o jugar al "veo veo" ya no funcionaba, la tablet era el último recurso. Sin embargo, con Martina, no era tan fácil. Había cumplido los siete recientemente, y era un auténtico terremoto.

—Venga, Martina, no te pongas pesadita, ¿eh? —intervino Ana. —Que dentro de quince minutos llegamos a casa de la abuela, y estoy segura que habrá hecho tarta para merendar.

—Ojalá —pensé en  voz alta, haciendo que mi mujer se riese levemente.

—Me apuesto a que es lo que más echas de menos del pueblo —bromeó, y yo suspiré dramáticamente.

—No la valoré hasta que me fui —respondí, siguiéndole la broma.

La verdad era que, por lo menos una vez al mes, rendíamos visita al lugar que me había visto crecer y enamorarme de Ana. Allí seguía teniendo a mis padres, a Efrén, a Inés, y a mi sobrina Paula, que era unos añitos mayor que Eloy. 

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now